Un robot avícola que vigila a los pollos y los analiza

La inteligencia artificial no solo ahorrará mano de obra, sino que realizará tareas que un humano no hace o haría, como la vigilancia continua en una caseta avícola.

Con una década en investigación en ganadería de precisión en proyectos a nivel europeo, Heiner Lehr, de Faromatics, SL, en España, nos enseña con sorprendente entusiasmo –que entenderemos más adelante− qué es este concepto y en qué trabaja ahora.

La ganadería de precisión –en este caso, la avicultura− es básicamente el uso de sensores, inteligencia artificial y todo tipo de información del monitoreo de las aves durante 24 horas para deducir sus necesidades y conseguir, a través de la satisfacción de dichas necesidades, una mejor producción.

“Es un cambio de paradigma, es entender al animal como un socio en el negocio y proveerle las mejores condiciones posibles adaptadas a sus necesidades en este momento, no lo que pensamos en este momento, y a través de esto, conseguir mejoras en la productividad”, nos dice.

Existía la sensación de que la ganadería de precisión eran un montón de “ingenieros con una solución en búsqueda de un problema”, pero no es así. Después de un profundo análisis, seleccionaron al pollo de engorde porque les parecía que sería el punto más fácil de ganarse posteriormente otros mercados.

“Buscábamos el gran factor —la revolución—, pero aprendimos que la ganadería de precisión no es una revolución, es una evolución: es la optimización lo que estamos buscando”, destacó.

El robot ChickenBoy supervisa a los pollos desde el techo de la caseta o galpón from WATT Global Media on Vimeo.

Del primer prototipo al techo

En julio de 2016, se fundó la empresa española Faromatics y se creó el primer prototipo que en aquel entonces era un robot que corría por el suelo. Después de pruebas en granjas en España e Inglaterra, todo apuntaba a que compartir el espacio con los pollos no era el camino a seguir. “Teníamos todo tipo de tecnología para no chocar con los pollos, o sea el bienestar animal, que siempre ha sido el corazón de nuestro negocio”. Pero además está el gasto innecesario de energía de las aves al tenerse que mover por el paso del robot y que cuando los pollos crecen, es más difícil pasar, pues incluso lo es para el avicultor.

Entonces, el equipo multinacional de la empresa pasó a desarrollar el robot para el techo. Les costó mucho encontrar un sistema de rieles lo suficientemente genérico para instalarlo en cualquier lugar. Y crearon el nuevo robot, conocido como ChickenBoy. Ya han hecho las primeras instalaciones en España, Holanda y Alemania, y se preparan ahora para Inglaterra y Francia.

En España, trabajan directamente con avicultores. Uno de ellos es Josep Pinyol, de la granja Cal Xulic, cerca de Lleida en Cataluña, con quien tienen pruebas de colaboración para probar las innovaciones que desarrollan. También trabajan ya con integraciones.

¿Qué puede hacer un robot en el techo?

El robot trabaja en tres áreas:

  1. Condiciones ambientales: mide temperatura, humedad relativa, velocidad de aire y dióxido de carbono (CO2) en toda la granja
  2. Salud y bienestar: detecta mortalidad y hace análisis de la digestión
  3. Equipos: detecta bebederos rotos y las manchas en el suelo de la humedad

Cuenta con cuatro ranuras de extensión, donde se pueden poner módulos extras para funcionalidades adicionales, que podría ser pesaje de los pollos, análisis de estrés, dirección de ciertas enfermedades o contenido de nitrógeno en la cama.

Información y toma de decisiones

El productor, mediante un servicio en la nube accesible donde sea, puede hacer streaming desde los tres juegos de cámaras para el análisis de lo ya mencionado y en otra cámara que hay arriba para tener una vista general. El robot puede tomar fotos, según se desee:

Así, se va formando una galería y el productor puede repasar lo que pasa y lo que ve el robot en el momento o durante el día.

Con el monitoreo del ambiente, se puede optimizar la ventilación y la calefacción. Lehr está seguro de que no se hacen las cosas del todo mal ahora, pero asegura que el 90 por ciento de las granjas no está optimizado. Esta optimización no sucede porque muchas veces el avicultor no se molesta en realmente jugar con el programa de ventilación y de calefacción. Una vez instalado, se adapta el programa que viene de fábrica y ahí se queda.

“Los sistemas de hoy en día son fantásticos y muy flexibles. Permiten hacer un montón de cosas, pero no hay muchos que lo aprovechen”. Además, falta información muy importante. En general se mide la temperatura ambiental, la humedad relativa en algún punto, el CO2 en algunas casetas, pero nadie mide la velocidad del aire.

Para el CO2, simplemente hay que añadir sensores. Si el CO2 no está fuera de rango, no hace falta ventilar y si no hace falta ventilar, pues no hay que encender ventiladores. Pero además, si se sabe exactamente cómo es el CO2 en toda la granja y no solo en un punto, (como en muchos casos), se va a optimizar mucho más.

Con este robot se hace una súper recopilación de datos, pero se necesita de alguien que tome decisiones. “En un futuro pensamos que, junto con empresas de equipos, podemos desarrollar ajustes automáticos del clima”. Se puede hacer un sistema que se retroalimente o sea el programa base, y se autoadapte.

El avicultor objetivo

Un aspecto muy importante que se necesita para usar este robot es tener ganas de usarlo. “Nuestro objetivo son productores que quieren optimizar la granja. El productor que hace lo mismo desde hace mucho, que le va bien y no tenga interés, no es nuestro cliente”.

Además del interés, hay que querer optimizar la recuperación de la inversión y, desde luego, dedicar tiempo a la información que llega. Para eso, facilitan las cosas con alarmas y sistemas de codificación de color.

El robot funciona desde los 8,000 pollos, pero el objetivo son casetas o galpones de 20,000 a 60,000 pollos. Se necesita de una unidad para cada caseta. Además, se necesita de acceso a internet, lo cual puede ser un factor limitante, según la zona y el país, aunque el internet por satélite ya ha alcanzado precios más asequibles.

“Los productores objetivo, aquellos que intentan optimizar, la vasta mayoría reconoce que el internet de por sí es de su interés, pues sus sistemas ya están conectados, porque quieren conectarse remotamente para ver cómo está el agua, cómo está el alimento, etc.”. Una vez que haya internet en la granja, dentro de la caseta se soluciona fácilmente con un repetidor de wifi, y como no hay obstáculos, las ondas se propagan sin problemas.

Análisis de pollinaza: el big data

La recuperación o retorno de la inversión proviene de ahorrar trabajo y de otras cosas que Lehr dice que se pueden hacer. “Nuestro producto estrella es el análisis de excrementos [pollinaza]. Los identificamos y hacemos un análisis espectral: si son correctos o si denotan alguna enfermedad intestinal”.

Un avicultor, casetero o galponero también hace este trabajo al revisar la granja, pero lo que no hace es apuntar exactamente cuántos eran y dónde estaban, así como intentar encontrarlos todos. “Los robots son muy buenos en este tipo de tareas, de donde sacamos muchísima información. Es la gracia del big data”.

Los robots pueden determinar si el problema en la caseta siempre empieza en el mismo lugar, determinar la relación entre alimento y agua, si hay demasiado líquido o si algo parece empezar a surgir. Así, el robot toma fotos que se pueden enviar al veterinario o encargado para resolver el problema, antes incluso de administrar antibióticos.

Mediante la combinación de cámara térmica y cámara visual, se puede observar la pollinaza caliente, “que es la que nos interesa, porque lo que deseamos saber es lo que pasa en ese momento”. Luego, la información se mete al motor de inteligencia artificial. “Ya tenemos el 97 por ciento de precisión en la detección de excrementos malos”.

Lehr compartió una curiosidad que ha visto: en granjas donde se producen los sexos por separado, las hembras por lo general tienen 2 por ciento más de humedad en la cama. “Si se sabe esto, se pueden colocar las hembras del lado de la nave que mejor convenga, tal vez donde haya más ventilación”. Estas son decisiones de las que se puede sacar provecho.

Esto es prevención y representa un ahorro, no solo en medicamentos, sino en menos mortalidad y ahora menos problema con la reputación de la empresa avícola.

Otro aspecto es que se cuenta con datos con los cuales se puede demostrar qué se ha hecho y quizás tener esto como defensa cuando surgen problemas de retiro de permisos para exportar.

Futuro de esta tecnología

Lehr dice que hay muchas posibilidades para desarrollar, sobre todo por los sensores que hay hoy en día. De entre las posibilidades, está el análisis de comportamiento de las aves. “Empezamos con pollos, pero vamos a extenderlo dentro del sector avícola a pavos, reproductoras y gallinas. Esto sucederá, calculo, en el transcurso de cinco años”.

Son nuevos caminos que ha detectado la inteligencia artificial que los humanos ni siquiera han pensado.


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