16 de abril de 2020
(Gregory Runyan | Freeimages.com)
Pocas son las aviculturas de la región con algún grado de autosuficiencia y la actual crisis del COVID-19 puede bloquear el acceso a insumos vitales.
Desde cuatro países del área se generaron en la última semana algunas noticias que, de nuevo, ponen sobre el tapete la fragilidad de la cadena productiva avícola. Me refiero a poder garantizar en cada país algún nivel de autonomía a la hora de contar, cuando sea menester, con las materias primas para mantener esta agroindustria en marcha.
¿De qué estoy hablando? Empecemos por México, tan cerca del primer proveedor de granos para el negocio avícola latinoamericano y vive una disminución de las importaciones de maíz desde los Estados Unidos como consecuencia del cierre de fronteras ordenado por el presidente Donald Trump.
Luego encontramos a El Salvador, donde el gobierno se aprovisionó de 33,000 toneladas de maíz blanco para poder “garantizar la seguridad alimentaria” de la población. “No sabremos si habrá escasez mundial. Probablemente no. Pero si ocurre, estaremos listos”, expresó su presidente Nayib Bukele en Twitter. Se esperan en estos días otros grandes embarques de maíz, fríjol y arroz.
En mi país, el cabildeo de los gremios cárnicos hizo posible que se liberara totalmente y por tres meses prorrogables la importación de soya, maíz, sorgo y arroz, dando como poderoso argumento una probable clausura de las exportaciones estadounidenses, quizás teniendo en cuenta la muy vista paranoia proteccionista de aquel gobierno.
Por último, los avicultores bolivianos están viendo una ralentización de sus habituales importaciones como consecuencia de las medidas restrictivas a la movilidad que afectan también sus vecinos, países por donde pasan todas las compras externas transportadas por tierra. Allí, la vulnerabilidad es sin duda mayor a la del resto.
La pandemia del coronavirus no muestra fecha de vencimiento todavía y no deja de parecer sensato entonces trasladar lo que se hace en casa a la avicultura comercial, como de seguro debe estar pasando. ¿Hora de aumentar inventarios de granos? ¿Y cómo hacemos con la genética, las vacunas, los equipos? Todas las opciones deben estar abiertas, la única certeza en tiempos de incertidumbre.