Ecos avícolas de un sonado (supuesto) caso de corrupción

Ecos avícolas de un sonado (supuesto) caso de corrupción

(David Garzon | Freeimages.com)

Luego de perder una batalla legal de cuatro años para obtener asilo político en EE. UU., volvió a Colombia el exministro de Agricultura Arias a pagar una polémica condena. ¿Cuál fue su legado para la avicultura en ese país?

No pensaba tocar este tema en mi blog, pero en vista de que han preguntado mi opinión algunos conocidos en Colombia y fuera del país, comentaré una nueva noticia que trascendió a lo internacional y hoy divide apasionadamente las opiniones en esta nación, de por sí polarizada.

Se trata de la extradición esta semana desde los Estados Unidos del exministro de Agricultura Andrés Felipe Arias, quien, a partir de 2015, se encontraba prófugo de la justicia colombiana que le había condenado a 17 años de prisión por corrupción. Su proceso legal estuvo marcado por irregularidades, incluida la imposibilidad de apelación y la negativa por parte de la Corte Suprema de Justicia de aceptar algunas pruebas.

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Incluso se filtraron grabaciones de audio de sesiones de ese organismo en las que los magistrados reconocían que sus fallos debían darse “por conveniencia política”, en medio de una pugna con el presidente Álvaro Uribe, jefe del ministro Arias. Mucho podría alegarse al respecto, sea que apoyes a Uribe o no, pues él es la figura política más importante de Colombia en este siglo y suscita con igual fervor tanto odios como amores.

Lo cierto es que a Arias le condenaron por irregularidades ajenas a su manejo en una mínima fracción de los subsidios para riego (3% en cuantía), dentro del programa Agro Ingreso Seguro, el cual distribuyó de 2006 a 2009 unos US$440 millones a más de 382,000 campesinos. Solo 14 de esos subsidios, que fueron devueltos por quienes los obtuvieron con trampas, tenían problemas. Ni el Estado perdió platas ni esas fueron a parar a los bolsillos de Arias o sus amigos.

La meta era proveer riego permanente a un millón de hectáreas, objetivo que estuvo cerca de ser alcanzado y tiene hoy al país con 1.6 millones de hectáreas con este beneficio, lo que es menos del 10 por ciento del área cultivable del país estimada en 18 millones de hectáreas. No se había hecho nada parecido antes ni se hizo después.

Esa iniciativa buscaba preparar al campo colombiano de cara a los retos del tratado de libre comercio con Estados Unidos; mucho se hubiera avanzado estos 10 años luego del escándalo, que obviamente abortó el programa. Distritos de riego operativos permitirían que los avicultores colombianos pudieran paliar paulatinamente su dependencia del maíz o la soya importada, por ejemplo.

Arias es, en definitiva, un caso raro —si se quiere, dramático o patético— en una América Latina donde los ministros de Agricultura son fusibles de rápido recambio, cuotas que cumplen compromisos burocráticos, lo que se refleja en los pobres avances a largo plazo de la mayoría de las políticas agrarias regionales.

En los últimos 10 años (después de Arias, que duró casi cuatro en el cargo), en Colombia se han nombrado 10 ministros de Agricultura. ¿Será que la moraleja es mantén un bajo perfil y déjate estar en una cartera vital para el negocio avícola? Ojalá que no, con sus errores, es mejor contar allí con más Arias.


Cacareo: Gracias al ministro Arias, se logró la expedición de la Ley 1255 de 2008, que declaró como objetivo nacional la erradicación de Newcastle y la preservación del estatus libre de influenza aviar.

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