Exigencia china de ‘COVID-19 free’, ¿nuevo estándar?

Exigencia china de ‘COVID-19 free’, ¿nuevo estándar?

(Adj | Rawpixel.com)

Ante un silencio obsecuente, la decisión china de exigir a toda importación de alimentos una “certificación” de origen como libre de COVID-19 parece ir camino a institucionalizarse. ¿Qué implicaría eso?

El silencio es también una poderosa respuesta. El del sistema de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) frente a la exigencia china de certificados de origen como libre de COVID-19 a todas sus importaciones de alimentos ha sido además ensordecedor tras casi un mes de la decisión pekinesa.

El 9 de julio, un día antes de yo escribir estas líneas, la ONU publicó un boletín titulado “¿Cómo se transmite el virus que causa COVID-19?” y en ninguna parte hace referencia al contagio por alimentos, ni siquiera lo menciona como una posibilidad lejana o en estudio, como sí lo hace sobre el contacto con superficies y aerosoles que contengan el virus.

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Los únicos pataleos han venido de los exportadores (aunque no de parte de todos como una sola voz), ni se han hecho con demasiada fuerza ni insistencia. El más reciente se lo escuché a Francisco Turra, de la Asociación Brasileña de Proteína Animal (ABPA), que nos recuerda lo que todos sabemos: no hay fundamentos científicos para tal exigencia.

En consecuencia, Turra le pide al gobierno de Brasil definir un protocolo que avale el testeo de los alimentos exportados a China. Tratando de averiguar cómo diablos se certifica que un alimento no contiene ni transmite el virus que origina el COVID-19, estuve esta semana indagando con brasileños, argentinos y chilenos, los únicos latinoamericanos con aviculturas habilitadas para exportar a ese mercado.

De Brasil y Argentina respondieron de forma escueta; de Chile, solo silencio. En resumen, lo que se hace ahora es que los exportadores están enviando cartas a los importadores (quienes a su vez las reenvían a las autoridades de China), en las que informan sobre los cuidados tomados para preservar de contagio a sus empleados y la carga.

Es todo por ahora, con eso satisfacen los asiáticos su interés. Sin embargo, por otras decisiones chinas como los vetos a plantas de sacrificio de las últimas semanas, los exportadores quieren ir un paso más allá y por eso buscan una estandarización, un proceso “más científico”, si se quiere.

En esa misma vía trabaja el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) de Argentina, a petición también de los exportadores del país y para lo cual se han acercado a sus pares, las autoridades sanitarias chinas.

Todo parece indicar que se están dando pasos firmes hacia una nueva certificación formal, un nuevo sello, cuya gestión —¡cómo no!— será asumida por los productores y sumará otro costo y barrera. Luego, tal vez, ese sello termine en el empaque del consumidor final, empezando como estrategia de mercadeo diferenciadora que después termine siendo una exigencia sanitaria; quién sabe.

Otras realidades se confabularían para ello, como que la demanda detallista online de alimentos envasados está disparada desde hace tres meses. Además, por la potencial prevalencia del virus hasta 15 días en algunas superficies como aluminios, cartones y plásticos, todo tipo de empresas vienen solicitando a sus proveedores comprobantes de que los insumos que recibirán fueron sanitizados desde la planta productora.

Todo puede pasar y en buena parte lo será simplemente por responder con el silencio, cuando no se puede, no se tiene certeza o simplemente no se quiere hacer otra cosa. En este punto se me viene a la mente una extraordinaria máxima volteriana: “Para saber quién gobierna sobre ti, simplemente encuentra a quién no estás autorizado a criticar”.

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