Exportaciones pecuarias: con toda la carne en el asador

Exportaciones pecuarias: con toda la carne en el asador

(Markus Spiske | Rawpixel.com)

Los mercados internos están agotando su capacidad de consumo, lo que hace de exportar la opción más apremiante para unas pocas y afortunadas agroindustrias latinoamericanas. La apuesta es tan fuerte como riesgosa.

Dos tipos de información provenientes de Argentina y Brasil en la última semana están dando cuenta de la premura con que estas dos economías están entendiendo, casi al borde de la desesperación, la necesidad de profundizar la dinámica exportadora de su agroindustria, principalmente la cárnica.

La poderosa gremial ABPA (Asociación Brasileña de Proteína Animal) lanzó hace un par de días una serie de videos con los que quiere mostrar al mundo (y principalmente a China, el mayor comprador de sus excedentes de carne de res, cerdo y pollo) el enorme esfuerzo que vienen haciendo sus afiliados para garantizar el bienestar y bioseguridad de decenas de miles de operarios en plantas de proceso cárnico.

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Las muy bien logradas piezas (grabadas en inglés, portugués y mandarín) ilustran sobre los exigentes protocolos de compartimentación, testeos permanentes, modificaciones locativas y los nuevos elementos de protección personal para prevenir el contagio del coronavirus causante de COVID-19.

Es tan enorme el esfuerzo y la inversión en esta materia de conglomerados como BRF o JBS en el último mes y medio, que ya explican buena parte del impacto negativo de los precios de sus acciones en bolsa. El resto de las razones tienen que ver con la incertidumbre generada por las arbitrarias medidas chinas anti COVID-19, de las cuales ya hemos hablado bastante en este espacio.

La diplomacia sanitaria de gobierno a gobierno para levantarlas no avanza y las absurdas exigencias de los asiáticos se mantienen. Es mucho lo que está en juego y no parece haber más salida que seguir el juego apostando tan duro como lo están haciendo los brasileños y así lo están entendiendo también en Argentina.

En ambas potencias agropecuarias la caída del consumo interno de carne por el desempleo y el desplome económico está haciendo que solamente en res y cerdo estén disponibles para su exportación a China hasta el 25% de su producción. En Argentina se está buscando que sea todavía más, a mediano plazo.

Allí, una agria polémica promovida por grupos ambientalistas se está viviendo a raíz de la intención de los gobiernos chino y argentino de llegar a un memorando de acuerdo para disparar la producción de carne de cerdo en territorio gaucho. Sería una cosa de locos: pasar en poco tiempo (por lo menos cinco años, nadie sabe en verdad) de las actuales 635,000 toneladas a nueve millones de toneladas anuales de dicha proteína.

Dardo Chiesa, de la Mesa Nacional de las Carnes, es enfático en señalar que, de darse ese gran acuerdo, sería una enorme oportunidad para el país, “si se hace bien” frente a varios tópicos. Por ejemplo, no podría efectuarse con genética china por la PPA (peste porcina africana), ya que pondría en riesgo el estatus del país y toda la región; además, Argentina tiene costos laborales y deficiencias en infraestructura muy poco competitivos.

”No pueden venir los chinos con reglas de juego distintas a las que nos toca seguir a nosotros en materias laboral, sanitaria y ambiental”, señala el dirigente, quien también reconoce una verdad de a puño: “De esta crisis se sale con plata de fuera, aquí no tenemos con qué hacer la inversión que se necesita, una madre nueva son US$10,000. O exportamos más o exportamos más, no hay de otra”.

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