Los pollos y las gallinas tampoco tienen la culpa

Los pollos y las gallinas tampoco tienen la culpa

(Chayakorn Lotongkum | Dreamstime.com)

Tras la publicación del informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU, Benjamín Ruiz analiza los posibles responsables del cambio climático en el mundo.

La semana pasada, se dio a conocer el informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), un grupo de expertos sobre el calentamiento global que asesora a la Organización de Naciones Unidas (ONU). Este hablaba sobre la urgente necesidad de cambiar los hábitos en cuanto al consumo de proteína animal, pues su producción tiene un gran impacto sobre el cambio climático. Una vez más, dejaron ir el sablazo a la vapuleada industria pecuaria.

No pongo en duda este impacto. Yo no soy nadie para cuestionar un tema del que no conozco y del que sí concuerdo en que hay que afrontar y solucionar. No obstante, a la par con esto hay otros temas conexos que necesitan encararse. Seamos honestos: a la gente, en general, no le interesa ayudar. Seguimos usando bolsas y empaques de plástico de un solo uso sin siquiera usarlos una segunda vez (créanme, sí se puede), usamos el automóvil para recorrer distancias irrisorias (créanme, también podemos caminarlas) y ni qué decir de la enorme cantidad de alimentos que desperdiciamos (basta ver lo que se sirve la gente en los bufés que no se come y que, si se come, es indiscutiblemente un exceso).

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Están estas y muchas otras acciones, pero —¿por qué no?— hay que buscar más culpables, y los productores pecuarios son unos y los consumidores de proteína animal son otros. Evidentemente, todo esto está dicho por quien incurre en excesos, es decir, los países ricos. ¿Por qué no le preguntan a un habitante de los estados pobres del sur de México, a un venezolano que come 9 kg de pollo al año o a un nicaragüense que en promedio solo come 115 huevo al año?

Me gustó la respuesta que dio Marta G. Rivera, directora de la Cátedra de Agroecología y Sistemas Alimentarios de la Universidad de Vic, a El País: “Las vacas no tienen la culpa”, a lo que yo añadiría que mucho menos los pollos y las gallinas. “[La culpa] la tienen las personas”.

Cambiemos de hábitos, pero produzcamos y consumamos de manera responsable. La intensificación de la producción tiene su porqué, aunque haya grupúsculos que quieran sus alimentos “naturales”.

¿Ustedes qué piensan?

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