¿Son viables los emprendimientos sociales avícolas?

¿Son viables los emprendimientos sociales avícolas?

(iliana . | FreeImages.com)

Iniciativas privadas y públicas han intentado que la producción de huevo o pollo sea una opción de vida y progreso para comunidades necesitadas. Aunque con resultados disímiles, algunas lecciones salen de ellas.

Hace menos de cinco años, en Uruguay se buscó promover desde el gobierno la producción avícola en minifundios, en especial de huevo de mesa, en territorios del interior, alejados de los mayores centros poblados del litoral. Regalaron las pollitas y prometieron pingües ganancias.

Luego de levantar las ponedoras y ver los primeros huevos, la realidad golpeó a los noveles avicultores; su mercado local era muy chico y el transporte de los huevos a las ciudades no dejaba margen alguno. Y todavía hacía falta pagar los créditos asumidos para los galpones, vacunas, el alimento concentrado.

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El plan resultó un fiasco. En ese mismo país, la misma norma definía que para los integrados a la producción de pollo (allí llamados “façoneros”) se actualizaba cada año y al alza el valor a reconocer por parte de los frigoríficos con una variable asociada al terreno y su precio comercial. Resultado: cada vez hay menos productores pequeños y más granjas propiedad de quienes faenan.

¿Es la avicultura una actividad tan tecnificada y competida que no deja espacio para los pequeños emprendimientos? La respuesta bien podría ser un “depende”, como con tantas cosas en esta vida. Si se quiere entrar al juego de los grandes mercados, muy poco chance hay, a menos que se tenga un enfoque de nicho: orgánicos, animales felices, etc.

La otra alternativa es redefinir los objetivos y la manera cómo se financiarán las tareas para lograrlo. Es decir, saber que se atenderá a una comunidad definida, cuasi cautiva y comprometida, con una producción limitada y, en lo posible, con el apoyo de agentes externos que no busquen una retribución económica claramente imposible. Que le apuesten más a la ganancia social, si se es una entidad gubernamental; o a la responsabilidad social corporativa, si se es una firma privada, cuando no a otros intereses válidos y complementarios a mayor plazo.

Aquí tienen sentido las alianzas que hemos conocido entre diversos actores que se unen para llevar una iniciativa integral a comunidades alejadas. Se vincula el productor de concentrados y aditivos, el de genética, el de vacunas, el de los equipos para granja y hasta centros de formación en zootecnia y veterinaria. Este tipo de emprendimientos suelen tener una mayor existencia en el tiempo.

Suelen ser exitosos mientras son operativos: las comunidades aprenden un saber y obtienen proteína de calidad, en tanto que las empresas tienen oportunidad de ensayar sus productos y las entidades educativas consiguen centros de práctica inmejorables y cuasi propios para sus estudiantes, con poca inversión directa.

En fin, todo es posible si a la voluntad se le añaden realismo en las metas, planeación minuciosa y ejecución sincronizada. Si no, veremos como tantas veces sueños rotos y hasta posibles focos de infección aviar y malas prácticas que terminan afectando la sanidad y el buen nombre de nuestra agroindustria.

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