¿Tiene la avicultura un impacto antiplanetario?

La avicultura, como parte de la industria pecuaria, es un contribuyente tal vez menor en el cambio climático, pero necesita apegarse a la descarbonización.

En el 2000, la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) impulsó las Ocho Metas de Desarrollo del Milenio, con objetivos a cumplirse en el 2015. Varios objetivos no se cumplieron, por lo que, después de analizar los temas, se relanzaron otros objetivos vigentes ahora que se llaman los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Estos objetivos buscan que los países identifiquen indicadores y parámetros de las políticas públicas con inversiones y métricas para que ellos mismos evalúen su avance y lo notifiquen a la ONU.

El plazo de cumplimiento de los ODS es el 2030. “A nivel mundial, se nota que sí ha crecido la sensibilización de los países —especialmente en vías de desarrollo— y el hecho de que cada vez más se adopten a nivel nacional estos ODS propuestos por la ONU”, dijo el Dr. Adrián Fernández Bremauntz, director ejecutivo de Iniciativa Climática de México (ICM), un ‘think tank’ (grupo de expertos) que promueve políticas para reducir emisiones de gases de efecto invernadero.

En algunos países, como México, “incluso se han creado áreas administrativas encargadas de dar seguimiento al avance y cumplimiento de esto, cada uno con un cierto grado de responsabilidad en uno o más ODS”. Esta fuerte tendencia multilateral estimula a la rendición de cuentas global.

Impacto antropogénico

Con cada informe, ha habido un conocimiento más detallado del impacto del cambio climático. “Desde luego, se ha llegado a la conclusión, absolutamente convincente, de que es un fenómeno antropogénico”, señaló Fernández.

Como el ser humano es el causante del cambio climático, combatirlo involucra realizar esfuerzos en diversas actividades, no solo la producción de energía y el transporte, sino también la producción agropecuaria, entre otras.

Al conocerse con más detalle la magnitud del impacto, se ha demostrado ya un aumento de 1 C de temperatura promedio desde la época preindustrial, hace 200 años. Los últimos avances científicos plantean como objetivo de los esfuerzos mundiales que no se incremente a más de 2 C, e idealmente, no rebasar 1.5 C. Esto quiere decir que tenemos un “presupuesto de carbono” atmosférico limitado.

Acuerdo de París

Más de 190 países decidieron participar del Acuerdo de París en el 2015. Esta vez, en vez de que los países desarrollados trataran de imponer a los países en desarrollo ciertas metas de reducción de emisiones, cada uno estableció con cuánto iba a contribuir a la solución del problema durante el período de cumplimiento de 2020 a 2030.

Al haberse adoptado como objetivo el límite establecido por la ciencia de un máximo 1.5 C de incremento de temperatura para evitar impactos climáticos inmanejables, había que ser mucho más ambiciosos con las metas. Así fue como nos acercamos al papel de la industria pecuaria en la reducción de la huella de carbono planetaria.

En emisiones, todo suma

La próxima Conferencia del Cambio Climático 2020 (COP26) en Glasgow, Escocia, es la fecha límite para que todos los países tengan listas sus metas de mitigación más ambiciosas.

Fernández consideró que, aunque aún no empieza el período formal de cumplimiento de las metas planteadas para 2015 como parte del Acuerdo de París, “ya sabemos que no son suficientes. Hay que ser más estrictos en cuanto a la mitigación”.

En este punto, se han acercado mucho las agendas de desarrollo con las ambientales y climáticas. Es decir, en todo el mundo se reconoce que hay que atender y resolver simultáneamente la agenda del desarrollo —que es la que recoge los objetivos de desarrollo sostenible— con la puramente climática.

Agricultura y seguridad alimentaria

En el cambio climático se cruzan las agendas de la producción agropecuaria y de la lucha contra el hambre, es decir, la seguridad alimentaria. Desde la óptica del cambio climático, el sector agropecuario genera grandes emisiones por muchas de las prácticas que históricamente ha tenido. Compite por el uso de suelo, deforesta para el ganado o produce metano, entre otras.

“La mitigación de emisiones de este sector ya no se trata solo de reducir emisiones o de dejar de hacer algo, sino de cómo podemos simultáneamente no solo mantener, sino mejorar y asegurar los alimentos para todos y con justicia social”, señaló el director de ICM.

Queda claro que no se pueden encarecer los alimentos ni permitir un desabasto por combatir el cambio climático. “El desafío es doble porque es una ecuación de dos variables. Se tiene que descarbonizar el sector agropecuario, bajar sus emisiones y a la vez aumentar la eficiencia, la producción alimentaria y garantizar la accesibilidad”.

Contribución de la industria pecuaria

Existe un inventario global de emisiones del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU. De acuerdo con sus datos, la actividad agropecuaria produce el 24% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global.

Está reconocido que los dos sectores que más contribuyen a estas emisiones son el transporte y la generación de energía. Son por mucho las de mayor impacto y varían de país a país. Cada país tiene su propia huella de carbono o perfil de emisiones. “Hay países en los que el 90% (de las emisiones) son el transporte o los combustibles fósiles. En otros, como en Brasil, es la deforestación y la industria agropecuaria”, explicó.

El Programa de Medio Ambiente de la ONU produce cada año el Emissions Gap Report (Informe de Emisiones de Gases). Este informe evalúa cómo avanzan los países en la implementación de políticas para descarbonizar su economía. Además, se hacen cálculos de hasta dónde se estima que se van a bajar las emisiones para 2030, en el supuesto de que todos los países hayan cumplido lo prometido.

El informe estima la magnitud de la brecha de emisiones pendiente por mitigar después del cumplimiento de las actuales metas de los países. Para cerrar este déficit a cero, es necesario “alcanzar una neutralidad de carbono para 2050 en el mundo”. Un nivel de emisiones netas de cero y nos quedan muy pocos años para lograrlo. Si no, habrá efectos graves por el incremento e intensidad de eventos climáticos extremos, muchos de los cuales impactarán seriamente al sector agropecuario.

“El sector agropecuario no es el de mayores emisiones, pero cuando se tiene un déficit de 15 gigatoneladas, habrá que descarbonizarlo radicalmente. ¡Todos los sectores, incluyendo el pecuario!”, apuntó.

El ‘diet shift’: inclinación hacia el pollo

Otro de los temas importantes, señaló Fernández, es “la necesidad de que haya cambios acelerados de la dieta, el ‘diet shift’ (cambio en la dieta) es indispensable, es algo que en los últimos años se empieza a reconocer más”.

El consumo de carne roja no va a desaparecer, “pero yo creo que sí va a disminuir aceleradamente en el mundo occidental”. Uno de los aspectos interesantes tiene que ver con las nuevas generaciones. Igual que sucede con una menor obsesión por los automóviles y otros aspectos materiales, también va a cambiar la importancia relativa sobre las fuentes de proteína. “Ya hay mucha gente que reconoce que comer un bistec es antiplanetario, que vive perfectamente bien sin él”.

Desde luego, no va a ser un cambio radical sobre todas las fuentes de proteína animal, sino fundamentalmente sobre el ganado vacuno. “Creo que deberá haber un incremento en el consumo de las otras fuentes, como el pollo y cerdo”. Esta transición hacia una fuerte disminución del consumo de carne de res se llevará a cabo dentro de los siguientes 15 a 20 años.

“Algunas decisiones de la dieta requieren de más tierra y agua, lo que causa más emisiones de gases que atrapan más el calor que otros”, dijo la Dra. Debra Roberts, copresidenta del grupo de trabajo del IPCC, en un informe de agosto de 2019. “Las dietas equilibradas con alimentos vegetales —como granos, leguminosas, frutas y verduras— y productos de origen animal sustentables —de sistemas de baja emisión de gases— presentan mayores oportunidades de adaptación y de limitar el cambio climático”, señaló la experta. Es aquí donde entra en juego la avicultura.

Pocos saben lo que hacemos

Fuera de la industria, el mundo avícola en particular —o el pecuario en general— es poco conocido. Cuestiones como la mejora de la eficiencia de la producción avícola, el reciclaje de los subproductos de origen animal (‘rendering’), el compostaje, el uso de enzimas en alimentos balanceados para reducir el fósforo liberado al ambiente, entre otros, deberían ser bien recibidas por el público, si las conocieran.

“Estos puntos de la industria avícola son importantísimos”, comentó Fernández. “No sé si ha habido algún esfuerzo consciente de plantear un análisis y una narrativa de esto. Si no se ha hecho, ya se tardaron en hacerlo”.

“Hay embates no ideológicos sino de posicionamientos, algunos radicales, pero lo que tienen en común es que la mayoría tiene un conocimiento muy escaso del sector”, afirmó el experto en cambio climático.


Decálogo del sector agroalimentario

Para la consecución del ODS 2 de Hambre Cero se han establecido estas 10 acciones empresariales para el sector agroalimentario:

  1. Promover prácticas de agricultura, ganadería y pesca sustentable.
  2. Establecer programas de alimentación y nutrición saludable.
  3. Invertir en innovación, tecnología y transformación digital.
  4. Impulsar el derecho a la alimentación.
  5. Reducir el desperdicio de alimentos.
  6. Realizar donaciones a bancos de alimentos, comedores sociales y ONG.
  7. Crear productos alimenticios para combatir la malnutrición, como alimentos enriquecidos o fortificados.
  8. Asignar precios asequibles a alimentos de primera necesidad o dirigidos a grupos vulnerables, fomentando la nutrición adecuada.
  9. Gestionar bajo criterios de economía circular recursos naturales, el agua y la energía.
  10. Crear alianzas que permitan poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sustentable.

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