La avicultura mexicana crece con incertidumbres

El avicultor mexicano ve a la industria con optimismo, pero está preocupado por los cambios con el nuevo gobierno, el comercio exterior y la normatividad, entre otros.

La Unión Nacional de Avicultores (UNA) de México estima que en 2019 la industria avícola mexicana tendrá un crecimiento aproximado del 3 por ciento en la producción de pollo y del 2.5 por ciento en la producción de huevo.

Frente a las perspectivas de producción con un crecimiento estable, están los imponderables que tienen que ver la certeza jurídica y la certeza económica, la fluctuación en el tipo de cambio, cambios de políticas públicas con respecto a la movilización de cosechas nacionales y a la administración del comercio exterior, entre otros.

Con todo, el presidente ejecutivo de la UNA, el Ing. Arturo Calderón, aseguró que, “al final, con cualquier avicultor que platiques, verás que es una industria bastante optimista”. A pesar de los pesares.

Cambio de gobierno

La UNA ha trabajado desde que se dio el cambio de gobierno. “Afortunadamente, el nuevo secretario de Agricultura, el Dr. Víctor Villalobos, no es una persona desconocida. Tiene muchísima experiencia en los temas agroalimentarios de México y del hemisferio”. La UNA ha obtenido de él una extraordinaria respuesta.

El Ing. Arturo Calderón dice que la avicultura mexicana nunca ha tenido un programa específico de políticas públicas. (Benjamín Ruiz)

En la parte política, la avicultura está ante un cambio, pero lo que ahora la mantiene a la expectativa es saber cuál será el nuevo enfoque. Cualquier política pública que influya en el abasto va a tener un efecto directo en el producto terminado que la industria avícola ofrece.

La avicultura mexicana nunca ha tenido un programa específico de políticas públicas, como sí lo ha habido para la ganadería o para ciertos sectores agrícolas. No obstante, ha sido beneficiaria de manera cruzada de los apoyos a la comercialización de cosechas nacionales de sorgo y maíz.

Una vez hechos los cambios estructurales en la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) y en la Secretaría de Economía, “esperamos el detalle de las actividades que van a desarrollar cada una de las dependencias de gobierno con las que más tenemos que ver”, señaló el titular del gremio avícola.

Otro aspecto importante es que la UNA, usuaria intensiva del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), se congratula también de que el Dr. Javier Trujillo haya quedado como su director en jefe por su conocimiento sobre la institución y porque ya había sido titular en ese órgano desconcentrado.

Al haber un buen canal de comunicación con el Senasica, se hará una mejor labor para dar prioridad a las necesidades identificadas.

El huevo a la canasta básica

Entre las instituciones que surgen con el nuevo gobierno está la agencia de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), con la cual, hasta donde se sabe, se fusionan labores que hacían dos áreas de la Secretaría de Desarrollo Social (Diconsa y Liconsa).

Debido a que el huevo y el pollo representan el 60 por ciento de las proteínas de origen animal que consumen los mexicanos, se está considerando la posibilidad de incluir al huevo en la canasta básica.

Con esto, es posible que “la Unión Nacional de Avicultores pueda convertirse en un canal de información para que el gobierno pueda tomar decisiones adecuadas de cómo hacer que a donde llega 1 kg de frijol, también pueda llegar 1 kg de huevo”.

El presidente del Consejo de la UNA, César Quesada, habló con su titular, el Dr. Ignacio Valle, para exponerle las ventajas de la avicultura, particularmente en el sector del huevo. El huevo no requiere de condiciones de temperatura tan rigurosas como el pollo. Es mucho más fácil de transportarlo, aunque es caro moverlo a grandes distancias.

El interés de integrar al huevo y ampliar la canasta básica de desarrollo social —y no la canasta básica con la que se estima la inflación—, representa una ventana de oportunidad para los productores mexicanos de huevo, pues es con la que se atienden los programas de desarrollo social para la gente en pobreza extrema.

La UNA no ve a la inclusión del huevo en la canasta básica como un riesgo para el control de precios. “Más bien, espero que haya mecanismos de compras nacionales”, como se hace con la leche, comentó el presidente ejecutivo de la UNA. En negociaciones así hay un compromiso de compra que da la certeza de entregar a un precio. Sin embargo, solo se sabrá hasta que esté instrumentado.

En la futura Segalmex saben que en México hay empresas integradas, que pueden cumplir perfectamente con las necesidades tanto de huevo fresco como de huevo industrializado.

El problema de la inseguridad

En cuestión de cifras de producción, el desafío es la inseguridad. A Calderón le preocupa este tema, ya sea seguridad ciudadana o industrial, pues tiene un fuerte efecto sobre la proyección de inversiones. Pero la inseguridad también es jurídica y económica.

Es un tema complicado, al que la UNA le invirtió mucho tiempo el año pasado, y lo mismo hará este, para dar los siguientes pasos.

Además, hay cosas que se pueden salir de control, como con la variable sanitaria o la climatológica, cosas que suceden cuando no se esperan. “Ojalá pudiéramos tener un patrón de comportamiento de los brotes de influenza aviar o de Newcastle”, sostuvo. Con el problema de Newcastle que hay ahora en Estados Unidos, hay una alerta máxima, ya que México depende de la genética de ese país.

En lo jurídico, Calderón se refiere a cómo se construyen las políticas públicas, de la certeza que se le den a las inversiones y la facilidad de la creación del fondo de aseguramiento avícola. Por cierto, dicho fondo ya está creado pero todavía no opera. Se encuentra en un proceso administrativo con Hacienda para que pronto inicie operaciones.

Comercio internacional, T-MEC y Brasil

En comercio internacional, a Calderón le preocupa el dumping de piernas y muslos importadas de Estados Unidos y que las autoridades no cobren las cuotas compensatorias. El dumping afecta la producción nacional, pues “ese 3 por ciento que va a crecer la producción de carne de pollo en 2019, como creció en 2018, podría ser del 5 o 6 por ciento”.

En cuanto al tratado con Estados Unidos y Canadá (T-MEC), hay dos aspectos importantes. Uno es que ya se concluyó la negociación, pero el otro es que no se ha votado en los congresos. Así que todavía hay que esperar. Sigue siendo de pronóstico reservado.

Lo que se obtuvo es muy bueno para el sector agroalimentario porque no altera el acceso al mercado, no se imponen aranceles ni controles arancelarios o de administración de comercio.

Hay, además, al menos dos capítulos nuevos que son de gran utilidad para el sector agroalimentario. Uno es la facilitación de comercio y otro, de las medidas sanitarias y fitosanitarias, pero hay que conocer los detalles para hacer uso de ellos.

La política comercial de México, además de no cobrar cuotas compensatorias al dumping, mantiene los cupos abiertos. Con Brasil, el cupo está a punto de llenarse. “El temor que tenemos es que se amplíe el volumen, pues la vigencia es hasta diciembre de 2019”. Los avicultores mexicanos no ven con buenos ojos las negociaciones en avicultura con Brasil.

Bienestar animal y producción alternativa

Después de lo político y lo económico, hay dos asuntos que van a ocupar a la UNA este año. Uno es el bienestar animal y el otro, los mecanismos de producción orgánica.

Para Calderón, es una buena idea que se normalice la cuestión del bienestar animal y los sistemas alternativos para evitar engaños al consumidor. No se trata de obligar a nada, sino de que se compita de forma justa, siempre y cuando la normalización venga acompañada de sus respectivos instrumentos de verificación.

Respecto al bienestar animal, la UNA ha tenido acercamientos con varias organizaciones no gubernamentales globales para trabajar en conjunto. “No estamos cerrados a intercambiar información y a trabajar de manera armoniosa para que no se perturbe el abasto de proteínas de origen animal”.

Cabe señalar que México aún no cuenta con una norma para la producción de gallina libre de jaula que sea de aplicación voluntaria.

En los productos orgánicos, ya existe un reglamento que obliga a quien ostente en su marca que es orgánico a certificarse. En este sentido, México, aunque rezagado en comparación con Estados Unidos o Europa, va por buen camino. De hecho, este año por primera vez la UNA va a registrar la producción orgánica y la producción de huevo de gallina libre de jaula.

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