Qué hay de la avicultura latinoamericana luego del COVID-19

La Asociación Latinoamericana de Avicultura (ALA) trabaja para forjar el camino de la industria avícola hacia la época pospandemia.

Como en todo, la industria avícola ya presenta afectaciones por el COVID-19. “La contracción de la industria avícola es inminente porque una buena parte de la economía de los países latinoamericanos viene de las mipymes (micro, pequeñas y medianas empresas), empresas que hoy están totalmente cerradas”, expresó Luis Valle, presidente de la Asociación Latinoamericana de Avicultura (ALA), desde San Pedro Sula, Honduras, en teleconferencia con Industria Avícola.

La afectación de la que habla Valle incluye a la parte informal: aquellas personas que venden y que tienen su expendio de comida en la calle, en las aceras. “Van a tener que cambiar sus costumbres e implementar lo que nosotros en el sector avícola implementamos desde el día uno: protocolos de bioseguridad”, explicó el también presidente de la Asociación Nacional de Avicultores de Honduras (Anavih).

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La situación sanitaria y económica no ha sido fácil y copiar esquemas no funciona igual en todas partes. “Todos los gobiernos ignoraban los protocolos a seguir. Todos”, señaló el presidente de la ALA. “Parece mentira, pero a Latinoamérica llegó casi tres semanas después que a Europa, empezaron a replicar todo y obviamente en la primera línea no estaban al 100% en lo correcto”.

Luis Valle, presidente de ALA dijo en teleconferencia con Industria Avícola que la asociación vislumbra oportunidades con esta crisis. (Cortesía de la ALA)

Oportunidades de pollo y huevo con la crisis

En el caso de la producción de huevo, debido a su versatilidad, precio accesible y por ser un producto sin valor agregado, presentó una demanda exorbitante durante el confinamiento. Además, “vino a abonar el asunto de las compras de pánico, igual que el pollo”. Sin embargo, luego se terminaron las compras de pánico porque estaban abiertos los canales de distribución como los supermercados, aunque quedan cerrados restaurantes y hoteles.

Para aprovechar las oportunidades que se puedan presentar, la ALA trabaja fuertemente con un trinomio: el Instituto Latinoamericano del Pollo (ILP), el Instituto Latinoamericano del Huevo (ILH) y el Comité Técnico-Científico (CTC). “Una de estas oportunidades es poder mantener el aumento de la demanda del huevo consumido en casa”, resultado de esta crisis sanitaria, sostuvo Valle.

En el sector pollo, “buscamos cómo levantar lo que se está dejando de hacer mientras se recupera el turismo, que todos los estudios dicen que va a ser lento. El virus llegó para quedarse y tenemos que ser resilientes y reconfigurarnos”.

Los países dependientes del turismo son los más afectados, como la República Dominicana y otros naciones caribeñas. Aquellos países que dependen de más canales de distribución, como los exportadores, tienen diferentes problemas.

Hasta cierto punto, la demanda de hoteles y restaurantes se ha venido a sustituir por el consumo en casa, principalmente de huevo, aunque en pollo ha sido diferente. En pollo, “tenemos que ser sumamente estratégicos, innovadores en ese sentido, para reactivar el consumo con modelos diferentes”, aseguró el presidente de la ALA.

En cuanto a agregar valor al pollo, hay que evaluar varios aspectos. Parecería lógico pensar que con pasar de pollo fresco al precocido o listo para consumirse se podría reactivar el consumo por la facilidad de preparación. No obstante, si la gente está afectada económicamente, estos productos costarían más, lo que representaría un problema.

“Siento que ese es uno de los desafíos que tiene el sector cárnico de pollo y en la que tenemos que trabajar”, apuntó. ¡Los técnicos en alimentos tienen un desafío bárbaro!

Cierres por COVID-19

Hasta el momento de la entrevista, no se había cerrado ninguna planta de producción avícola en Latinoamérica a causa de contagios. “Hemos monitoreado cada uno de los países, hemos tenido reuniones y hemos preguntado esto, que es una situación muy interna de cada país y nos han confirmado que no se ha cerrado ninguna”, sostuvo Valle.

Por ser un sector en donde la concentración de personal es grande, como en las plantas de proceso y después de la experiencia de Estados Unidos de cerrar algunas plantas, “cuidémonos más, implementemos los protocolos, seamos garantes y vigilantes de esto”, añadió el líder gremial.

Bioseguridad en nuestro ADN

Una de las grandes ventajas que tiene la industria avícola es que está acostumbrada a llevar protocolos sanitarios. “Las credenciales de bioseguridad de los productos avícolas están sobre la mesa desde hace mucho tiempo”, comentó Valle. “La bioseguridad y los protocolos están en nuestro ADN como avicultores”.

La otra credencial es el valor proteico de lo que lo que se produce. “Por ambos lados, somos unos aliados. En estos momentos debemos ponernos en el papel de ser aliados de los gobiernos y ver cómo nos ayudamos todos”.

La voz de la ALA

La ALA no es una sola línea, sino la representación y el comportamiento de 24 países de Latinoamérica y el Caribe, cada uno con su particularidad, con nichos de mercado diferentes. Es una industria muy variada.

Con la crisis del COVID-19, la ALA vislumbra oportunidades. “Lejos de quedarnos callados y confinados —mediáticamente hablando—, hemos visto una oportunidad de fortalecer la asociación”. En la actualidad, la ALA trabaja en un protocolo de bioseguridad institucional, tanto en pollo como en huevo, así como en la distribución, que servirá conforme se abran los canales hoy cerrados.

Otro asunto que le interesa a la asociación es qué pasará después, en la pospandemia. “Los paradigmas van a cambiar, pues muchos se han roto con esta crisis. Llevamos años tratando de convencer a la gente de que la producción de proteína animal de forma masiva debe ir caminando con la masificación de la población”, expresó Juana Galván, directora ejecutiva de la ALA.

“Si la población crece, tiene que crecer proporcionalmente la forma de alimentarlos y eso no se puede hacer con ciertos métodos específicos de producir, que no pueden dar respuesta a la necesidad masiva de alimentos”, agregó.

Para la directora de la ALA, además de la salud, las prioridades en las políticas de los gobiernos tienen que cambiar. “Los países están preocupados de lo que se viene en las próximas semanas. Hay gente que no está preocupada por enfermarse, sino por morir de hambre. Por lo tanto, van a tener que incluir a la producción de alimentos en las políticas públicas con mucho más fuerza”.

“Hay que aprovechar esta coyuntura para hacer un acercamiento del productor con el consumidor final”, agregó Valle. Pero, además, hay que revalorar varios aspectos como la relación con las grandes superficies o supermercados o el papel de los influencers, que parecen haberse perdido en esta crisis.

“Nos sirve mucho el monitoreo que hacemos a diario para la toma de decisiones de nuestros agremiados, empresarios, productores y gobiernos. Hay que sistematizar las lecciones aprendidas para que nos ayuden a hacer los cambios”, indicó Galván.

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