¿Reducción de antibióticos? Sí, con un enfoque integral

Prescindir de promotores de crecimiento en el engorde de pollos sería el gran aporte avícola a la meta mundial de reducir el uso de antibióticos. La ciencia de la nutrición dice que reemplazarlos es posible y rentable.

Hacerlo todo y al menor costo para favorecer el buen desempeño del sistema digestivo de las aves y la posterior conversión de nutrientes es la misión de cada estrategia en nutrición avícola. Cumplirla no solamente hace de esta agroindustria un negocio rentable y eficiente; también aporta a los objetivos globales de desarrollo sostenible.

Es el caso de la meta de reducir en 2030 y a la mitad el uso actual de antibióticos, esfuerzo en el que también está comprometida la región. Argentina empezó este año con recortes paulatinos pero obligatorios, mientras que en Ecuador desde marzo no se comercializa más colistina y hasta agosto hay plazo para agotar los inventarios existentes.

En las últimas décadas, el crecimiento espectacular de la actividad avícola ha estado soportado, entre otras prácticas, en el uso de antibióticos como promotores de crecimiento.

¿Cómo hacer entonces para sacar los antibióticos de la ecuación? La investigación en nutrición tiene respuestas alentadoras, como lo explicó a Industria Avícola la reconocida experta Alexandra Naranjo, directora técnica para América Latina de la firma Trouw Nutrition, durante una de sus charlas dentro del programa corporativo Avante 2019.

Industria Avícola (IA): ¿Hay alternativas para los antibióticos en la avicultura?

Alexandra Naranjo (AN): Sí las hay y ya están disponibles. No hay una solución fácil o mágica. Es un todo que incluye una buena genética, la calidad de los nutrientes, la presentación del alimento, el uso adecuado de aditivos en el concentrado y en el agua, así como un monitoreo de la microbiota del sistema digestivo de los animales, además de conocer el estatus de situación de la integridad intestinal. Algunos mercados como el europeo tienen un largo camino recorrido y han desarrollado estrategias para superar esta situación sin dejar de observar los resultados y la relación costo-beneficio. Obviamente, tenemos que aterrizar ese saber a nuestra realidad.

IA: ¿En qué aspectos debe centrarse la combinación de todo lo anterior?

AN: Con la selección de los nutrientes y la forma de la dieta se busca una menor presencia de proteína resistente en tracto gastrointestinal, que no se digiere rápidamente y termina siendo un sustrato para proliferación microbiana. Los aditivos como ácidos orgánicos y cobre tribástico apuntan a disminuir también la carga bacteriana no deseada en el tracto gastrointestinal. La forma física de la dieta y el uso de aditivos contribuyen a un buen desarrollo de la molleja y al control de enterobacterias, respectivamente. La cinética de nutrientes (especialmente la interacción de proteínas, almidones, fibras de rápida, lenta degradación o resistentes), que combinadas de forma equilibrada determinan mejor aprovechamiento de estos nutrientes. Con el monitoreo de integridad intestinal y de la microbiota se pueden establecer estrategias y programas para controlar la presencia de bacterias saprofitas y disminuir presencia de bacterias patógenas.

IA: Además de la calidad del alimento, usted hace énfasis en la presentación, ¿por qué?

AN: Ambas son importantes. Mediante tecnología NIR (equipos de infrarrojo cercano) se puede caracterizar la composición de las materias primas: fibra, proteína, ceniza, grasa, almidón, humedad. Estos nutrientes son la base para determinar la caracterización completa de nutrientes —incluyendo cálculo de perfil de aminoácidos digestibles, energía, etcétera— confiables y a tiempo real para actualizar la formulación con costo/beneficio competitivos. También deben monitorear micotoxinas, enterobacterias y hongos, para cuyo control se incorporan diferentes aditivos. La forma física de la dieta ayuda a que el animal consuma de manera adecuada y homogénea el alimento y sus nutrientes. También sirve para estimular mollejas saludables que condicionan el funcionamiento del resto del sistema digestivo. En este punto se pueden incorporar las materias primas que estimulen el trabajo de la molleja en proporciones equilibradas. Y por otro lado, se puede obtener un efecto similar con granulometrías groseras del alimento (1,200 a 1,400 micras) si la forma física de la dieta es en harina. Moliendas muy finas contribuyen a hipotrofia de molleja y posibles efectos sobre picaje de plumas y cama, detrimento en conversión alimenticia, incremento en la susceptibilidad a patógenos entéricos y una pobre reabsorción de agua y electrolitos.

IA: ¿Cuál es la importancia de los ácidos orgánicos en este enfoque integral?

AN: Los ácidos orgánicos, que se suministran con el agua, cumplen tres funciones principales: primero, disminución del pH del agua (que se ingiere entre 2 y 2.5 veces más que consumo de alimento); segundo, dar soporte a la digestión de nutrientes y, tercero, equilibrar la microbiota. Esto se logra con un pH entre 3.8 y 4.2 en agua de bebida tanto para pollos de engorde como también para reproductoras y gallinas de postura. Siendo una estrategia vía agua que potencializa también el uso de estos aditivos en alimento.

IA: ¿Cómo actúan estos ácidos orgánicos y los compuestos de cobre?

AN: Los ácidos orgánicos suministrados con el agua de bebida cumplen una sinergia con los ácidos grasos de cadena mediana alterando la estructura de las paredes celulares en las bacterias. Esto facilita la penetración de la fracción no ionizada a las bacterias, afectando el metabolismo energético y proliferación de ADN. Al neutralizar de esta forma a las bacterias patógenas, se favorece el equilibrio de microbiota y, por ende, el aprovechamiento de los nutrientes. Los compuestos de cobre (tribásico) en dosis farmacológicas inhiben el crecimiento de bacterias como Salmonella y E. coli. Está bien documentada el modo de acción y efecto antibacteriano del cobre. Hoy contamos con alternativas seguras para el ave y que no reducen consumos ni provocan lesiones en tracto gastrointestinal.

IA: ¿Por qué cada vez es más importante la nutrición temprana de las aves?

AN: Los primeros siete días de vida en los pollos de engorde son cruciales y se verán reflejados luego en el producto final. Hemos trabajado de manera experimental y con validaciones comerciales esos requerimientos nutricionales, así como incorporación de materias primas específicas y programa de aditivos focalizando a generar un soporte inmunológico, expresión de altas tasas de crecimiento a primera semana y uniformidad. De la primera semana depende que tengamos mayor eficiencia y se generen más kilos de carne por metro cuadrado.

IA: ¿Cómo ve a la región en el cumplimiento del objetivo de reducir el uso de antibióticos en la avicultura?

AN: Los mercados de América Latina tienen tendencias semejantes, pero con tiempos diferentes. Los mercados de exportación como Chile, Argentina y Brasil han aplicado ya estas estrategias. Sin embargo, la legislación local en el caso de Argentina ha sido la primera en prohibir su uso, en otros mercados ya hay prohibición de uso de productos puntuales, pero la exigencia del consumidor final determina la necesidad de contar con programas que reduzcan el uso de antibióticos y que una parte de la producción cubra estos requerimientos de producto final.

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