¿Habrá que repensar las plantas de proceso avícolas?

¿Habrá que repensar las plantas de proceso avícolas?

(Cortesía del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento de Brasil)

No vienen bien para la proyección de la avicultura comercial titulares que asocian mataderos y factorías a “focos de infección del COVID-19”; el asunto va mucho más allá de la mala imagen.

Para explicar el impacto de la vigente pandemia de COVID-19 en el negocio avícola, se podrían agrupar cuatro tipos de desventajas o temas a mejorar de los cuales algo he comentado en los últimos meses. Repasemos.

Uno tiene que ver con la marginalidad que tiene la comercialización directa al consumidor final de huevo, pollo y derivados, lo que nos arrastró (sobre todo al pollo) en la crisis general del sector servicios y en especial del canal horeca.

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El segundo sería la potencial debacle de las cadenas globales de suministro, que por ahora siguen operando sin mayores contratiempos, pese a que sobre las cuales pesa la amenaza del proteccionismo aislacionista, esta vez por “verdaderas” razones sanitarias.

Otro ítem tiene que ver con el primero ya enunciado: la necesidad de contar con empaques o presentaciones más prácticas y “portátiles”. Ya nuestro editor Benjamín Ruíz lo dijo en su blog cuando puso el acertado ejemplo de las latas de atún. Suspiramos pensando “si nuestra proteína pollo tuviera esas mismas ventajas y no dependiera tanto del frío o por lo menos no únicamente”.

El cuarto tema es el de la salud y bienestar de los operarios avícolas. En el último recuento que tengo, está comprobado o bajo grave sospecha que cientos de ellos se han contagiado de COVID-19 en por lo menos ocho países (Irlanda, Australia, Alemania, Brasil, Canadá, Reino Unido, Estados Unidos y España, por ahora).

Estamos ante una enfermedad virulenta que medra por la cercanía humana y el relajamiento en prácticas de bioseguridad. Lo primero es de esperarse por el uso intensivo de mano de obra en estas plantas, pero lo segundo no debería tener excusa. Sin embargo pasa, y como dice el dicho, ¡hasta en las mejores familias!

¿Puede seguir este modelo de negocios o debemos revaluar el uso masivo de mano de obra en tareas repetitivas? Los costos mayores en equipos de protección personal, desinfectantes, dispositivos para medir temperaturas, están bien y por ahora son sostenibles, pero no garantizan nada o muy poco ante la naturaleza de la pandemia y su ejército de asintomáticos.

Si debemos mantener el distanciamiento social en las plantas, ¿podemos seguir cerrando números con menos personal? ¿De la noche a la mañana vamos a ampliar las instalaciones o abrimos más turnos con los gastos que significan? Parece insostenible seguir basando el crecimiento en más personal.

Además del lamentable costo humano en cuanto a salud y bienestar, hay que tener en cuenta el componente económico (que cierren los números), la continuidad de los procesos (conflictos laborales, resistencia a cambios de jornadas), la mala prensa (que puede asociar en el imaginario al pollo procesado como vector de virus cuando nada que ver) y la inminencia de nuevas y fuertes competencias (¿qué foco de virus puede ser una fábrica de carne de laboratorio u otros sustitutos, con menos mano de obra?).

Profundizar en la automatización y en la robotización sería el camino más obvio, lo que traería mayores retos en rentabilidad, inversiones de capital, mermas y rigor en aspectos clave como la homogenización o estandarización del tamaño, peso y otras características físicas de los animales a sacrificar.

En fin, un muy probable nuevo reto frente al cual no seremos inferiores.

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