Huevos libres de jaula ¿cómo daríamos ese salto?

Huevos libres de jaula ¿cómo daríamos ese salto?

Foto de Andrea Gantz

Luego de llevar su propuesta a México, Brasil y Colombia, los promotores de los huevos libres de jaula incursionan en Argentina, donde el gremio avícola los recibió con los recelos habituales. ¿Qué rumbo marca esta tendencia?

La gran objeción que tienen los avicultores latinoamericanos con respecto a los huevos de ponedoras no enjauladas, es el elevado precio al consumidor que tendría este alimento.

Así lo han expresado en cada país al que llega este modelo productivo, de la mano de multinacionales que afianzan su operación local con esta política de responsabilidad social empresarial.

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Y Argentina, el punto de atención más reciente, no fue la excepción. Desde la Cámara de Productores Avícolas (Capia) se recalcó este argumento, bastante poderoso en el ámbito de recesión que vive este país, con productores de huevo que arrastran pérdidas del año pasado.

No es el momento de huevos más caros ni de grandes inversiones en reconversión productiva. Pero la tendencia es fuerte y es casi seguro que establecerá algunas bases allí, como lo hace donde arriba.

Pero ¿qué se puede proyectar a partir de lo vivido en naciones desarrolladas, origen de esta tendencia? En primer lugar, conciliar producción eficiente y masiva con mayor bienestar para las gallinas, es hoy poco realista. La tendencia no tendría términos medios.

En el Reino Unido se sabe que avicultores que cambiaron sus baterías de jaulas estrechas por unas más grandes y cómodas (llamadas jaulas enriquecidas), vieron poco retorno en su inversión porque el consumidor no quiere jaulas, de ningún tipo.

Muchos de ellos se pasaron a producción en piso, en la que los números y densidades son menores. Más espacio es clave, ¿entonces veremos aquí más galpones o los mismos con niveles o terrazas, creciendo hacia arriba? ¿O educaremos a nuestros consumidores para que acepten las jaulas enriquecidas? Algo habrá que hacer y lo menos costoso; la producción a gran escala es la que sostiene el bajo precio del huevo.

Como en otras latitudes, los costos no los podrán pagar siempre “los consumidores conscientes”; y menos los de nuestros países, preocupados primero en lograr una alimentación económica y nutritiva para sus familias y, quizás después, en el bienestar animal.

Antes de que la actual novedad de los huevos libres de jaula en Latinoamérica llegue a sobrepasar la exigencia de las multinacionales y deje de ser un mercado de nicho para consumidores de alto poder adquisitivo, los productores y promotores de esta tendencia deben propender por un manejo justo de los precios al detal.

Distorsiones escandalosas y comprobadas entre los costos de producción y la venta al consumidor final, no pueden prosperar aquí. Si se defiende el enfoque ético en el trato a los animales, también debe haberlo hacia el bolsillo del consumidor. Una docena de huevos libres de jaula, que cuesta producirla 90 centavos de dólar, no se puede vender a tres o cinco dólares.

Algo tienen que ceder ambas vertientes: los defensores del bienestar animal y la avicultura tradicional. Aquí es donde se necesitan normas consensuadas y ante tal antagonismo, estas solo podrán venir del Estado, ojalá con alivios, incentivos y subsidios que ayuden a superar las brechas. Si es que nos decidimos a dar ese salto…

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