OIE y OMS son una salud, ¿también para los errores?

OIE y OMS son una salud, ¿también para los errores?

(eyeeyeview | Rawpixel.com)

Desde la OIE se viene promoviendo una narrativa de la actual pandemia que de manera retorcida y forzada quiere vincular la agroindustria cárnica con el origen de esta crisis, ¿por qué y para qué?

Entre los muchos memes que llegan todos los días, me hizo reír y reflexionar (eso hacen los mejores de ellos) uno en el que aquella famosa máxima de “Solo sé que nada sé” ya no era firmada por el filósofo griego Sócrates, sino robada para la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Tantos yerros, tantas contradicciones, tanta improvisación, tantas confirmaciones inoportunas en las que ha caído ese organismo multilateral al que ha rebasado el COVID-19, hacen que el meme sea poderosamente cierto, con un efecto catastrófico.

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Hace varios años la OMS y su par en sanidad animal, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), trabajan de forma coordinada bajo el enfoque de “una sola salud”, en el acertado criterio de que la salud humana está atada a la de todas las criaturas, incluyendo las aprovechadas en explotaciones comerciales.

Aunque no creo que esa fuera la idea, parecemos estar ante un contagio en “los palos de ciego” de la OMS hacia la OIE, como una sola salud. En un reciente pronunciamiento reseñado en este mismo portal, el subdirector general de Estándares Internacionales y Ciencia de la OIE, Matthew Stone, incluía “la producción ganadera en masa” como factor que “acelera la propagación de la enfermedad epizoótica”.

Ah, y también menciona la resistencia microbiana. Es curioso que lo haga en más de un sentido, no solamente porque no hay relación alguna de la actual pandemia con esos dos tópicos (a menos que se estén guardando información, ¡y bien grande!), sino porque se trata del mismo relato que hemos escuchado de los enemigos declarados de la agroindustria cárnica.

Hace unas semanas comentaba sobre los vaticinios de un activista vegano con credenciales científicas, Michael Greger, quien asegura que, si no se elimina la actual producción de proteína animal o por lo menos se reduce a pequeñas explotaciones ineficientes y locales, en unos años saldrá de esas megagranjas un virus capaz de matar a media humanidad (esa fue la proporción que soltó, no lo estoy caricaturizando).

¿Hacia dónde va todo esto? ¿Por qué ni la OMS ni la OIE son claros, ni siquiera en el origen de la pandemia? A veces aseguran que se trata de una zoonosis y otras, que no están seguros de ello. Y cuando reconocen lo primero dicen que fue en un mercado húmedo, de animales vivos, muchos de ellos silvestres.

Si es así, ¿eso cómo se relaciona con la producción masiva de carne? Si esa es la incierta información que tienen, ¿por qué no exigen eliminar todo consumo de fauna silvestre y el consiguiente comercio detallista e insalubre de animales vivos en grandes centros urbanos? ¿Por qué no aprietan las tuercas de los sistemas alternativos de producción cárnica, tan ineficientes como expuestos al peligroso contacto con vectores salvajes?

Es raro todo esto, pues parece que, en vez de promoverlos (como se esperaría por deducción lógica), quisieran desviar los reflectores, erróneamente, hacia quienes hacen todo lo contrario para desarrollar con éxito su actividad económica, prestando un servicio vital para la seguridad alimentaria del mundo con bioseguridad, calidad nutricional e inocuidad en carnes, leches y huevos, con el mejor precio posible para mayor alcance de todos.

¿Por qué nos dejamos incluir en esa lista de factores? ¿Por qué nos quieren conectar con esta y otras pandemias? Si lo dejamos pasar en silencio, no nos extrañemos que nos terminen aplicando las recomendaciones de científicos tan desinteresados como Greger.

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