La importancia de la zoonosis y antropozoonosis

La influenza aviar ha puesto de relieve la importancia de la transmisión de patógenos de los animales al ser humano.

La palabra zoonosis viene del griego zoo (animal) y nosos (enfermedad). Su significado en infectología y epidemiología veterinaria, así como en salud pública humana, hace referencia a las enfermedades infectocontagiosas trasmitidas por los animales al hombre, ya sea por contacto directo, por medio de alimentos contaminados o a través de diversos tipo de vectores.

Existen numerosos testimonios escritos, arqueológicos y paleontológicos que demuestran la presencia de padecimientos que afectaban sobre todo a los animales domésticos y al hombre primitivo desde la más remota antigüedad.

Es razonable pensar y admitir que diversos agentes patógenos hayan iniciado su colonización e implantación con vocación morbosa en mamíferos superiores durante el largo y paciente proceso evolutivo de las especies.

El estudio de las lesiones halladas en fósiles en zonas arqueológicas de asentamientos humanos y en tumbas de las antiguas civilizaciones permiten a los cazadores de microbios modernos diagnosticar con relativa precisión y seguridad muchos de aquellos procesos infecciosos y parasitarios.

Además, existen testimonios escritos de algunas menciones de padecimientos de los animales y del hombre. La interpretación de las descripciones clínicas a través de la signología y sintomatología difícilmente es certera, en especial, cuando se trata de textos literarios en los que se describen epidemias y epizootias. Así, los historiadores de las ciencias médicas no siempre están de acuerdo en su diagnóstico a través del tiempo.

Términos como “pestes”, “pestilencias”, “plagas”, “fiebres malignas”, “miasmas”, “efluvios contagiosos”, entre otros, son demasiado generales si no van acompañados de descripciones clínicas más precisas.

La antropozoonosis

La certeza actual de la existencia de padecimientos y enfermedades infectocontagiosas comunes a los animales y al hombre no implica ni significa que anteriormente se tuviera conciencia de este contagio recíproco, es decir, de la antropozoonosis. La antropozoonosis se define como las enfermedades infecciosas que se trasmiten naturalmente del hombre a los animales vertebrados.

La experiencia adquirida mediante el análisis diacrónico-histórico de la epizootiología y de la epidemiología de muchas entidades infecciosas nos demuestra que el comportamiento de las poblaciones de microbios —priones, virus, bacterias, hongos y parásitos patógenos, y de sus hospedadores— cambia frecuentemente, de manera que la signología y la sintomatología de los cuadros clínicos y la evolución de los brotes pudieron cambiar a través del tiempo.

Patógenos de origen zoonótico

De acuerdo con la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), de los 1,415 patógenos que afectan a los seres humanos, el 61 por ciento son de origen zoonótico y, por lo tanto, tienen una relación directa con las actividades de la salud pública veterinaria.

Recordemos la frase de Louis Pasteur en los campos malditos de Pouilly-Le Fort, Francia, en 1881, durante la primera inmunización de animales con una bacterina a bacteria viva atenuada inmunización contra el ántrax o carbunco: “El germen es nada, las circunstancias son todo”. Y las investigaciones del otro gigante de la bacteriología germana, Robert Koch, con el Vibrio cholera en Calcuta, India, en 1883, que demostró que la suciedad, la inmundicia, el hacinamiento y la sobrepoblación son el gatillo que desencadena al bacilo Vibrius colericus.

Las manifestaciones y consecuencias sobre la población de Europa y América de los casos de la influenza humana, el tifus exantemático y las treponematosis fueron radicalmente diferentes de cómo se conocían antes del descubrimiento de América.

Estas enfermedades, consecuencia de los movimientos de poblaciones humanas y animales entre el viejo y nuevo continente, alteraron profundamente los equilibrios biocenóticos de América, principalmente, y de Europa, en menor grado. Se introdujeron nuevas especies y cepas de microbios patogénicos y de hospedadores completamente naive, es decir, susceptibles inmunológicamente, tanto con relación a enfermedades infecciosas animales como humanas.

Influenza aviar y salud unificada

Finalmente, ante el irreversible, acelerado y masivo proceso de globalización que vive la humanidad a principios del siglo XXI, y de cara al fenómeno de mundialización de las enfermedades infecciosas, qué mejor ejemplo, que el del virus H5N1 de la influenza aviar de origen asiático.

Llegará pronto el momento en el que no hablaremos más de salud animal o de salud humana tratándolas como entidades o disciplinas distintas y separadas, sino que hablaremos de una “salud unificada”: ¡un solo mundo, una sola salud!

Otras enfermedades y sobrepoblación

De todas las enfermedades contagiosas que sufre en la actualidad la humanidad, quizá la más antigua sea la malaria. Los hemoprotozoarios que parasitan los hematocitos de chimpancés y de gorilas son prácticamente indistinguibles de los que afectan al ser humano. Así, se supone que la humanidad adquirió los parásitos del paludismo en el momento de la separación evolutiva del humano de los primates superiores.

Enfermedades epidémicas como la peste bubónica, el cólera, la viruela, la fiebre amarilla y la influenza son al parecer gérmenes de arribo tardío al cuerpo humano, resultado del hacinamiento en centros urbanos.

Los gérmenes que han provocado las grandes pandemias requieren del sobrepoblamiento en zonas urbanas para alcanzar un estado epidémico. La malaria, contrariamente, guarda un estatus endémico. Mientras que el hombre se mantuvo como un cazador-recolector no sedentario, permaneció libre de enfermedades comunicables, con excepción de la malaria.

Cuando el hombre se sedentarizó por causa de su actividad agrícola y pastoril, se organizó en sistemas tribales, comenzó a habitar en aldeas, pueblos y ciudades. De esta forma, se convirtió en fácil presa de las enfermedades infecciosas.

Camino de la zoonosis

El otro concepto generalizado es el considerar que la mayoría de las enfermedades infecciosas que sufre la humanidad son de origen zoonótico, para después alcanzar la segunda fase evolutiva, cuando el patógeno logra adaptarse y alcanzar tal capacidad de virulencia que puede transmitirse en forma horizontal, perdiéndose el reservorio de origen animal en su ciclo vital.

El cuidado de la salud, desde el punto de vista de la infectología entre las diferentes civilizaciones, fue cambiando con el tiempo. Las enfermedades infecciosas que afectaron al hombre primitivo en asentamientos de poca concentración demográfica fueron inicialmente de carácter parasitario, fúngico y bacteriano.

Conforme la humanidad se fue organizando en sociedades industrializadas cada vez más complejas y habitó en centros urbanos de mayor concentración poblacional a partir del siglo XIX, las enfermedades contagiosas se han ido convirtiendo, sobre todo, en afecciones de tipo viral.

¿Retorno de enfermedades?

Con el desarrollo de la salud pública, el descubrimiento de antimicrobianos como las sulfas y los antibióticos, y con el desarrollo de las vacunas preventivas, la expectativa de vida del ser humano aumentó considerablemente a partir de la segunda mitad del siglo XX.

La explosión demográfica y el envejecimiento de las sociedades urbanas han provocado un vuelco en la medicina preventiva y terapéutica de masas, con nuevas patologías, como las enfermedades del corazón y el cáncer, además de los desafiantes problemas que nos plantea la geriatría.

Durante los siglos precedentes, las devastadoras pandemias fungieron como grandes reguladoras de la población humana y como árbitro de las formas de la sociedad.

Aunque es verdad que grandes plagas, tales como la peste bubónica, la viruela y el cólera, han cedido terreno —incluso que la viruela ha sido declarada por la Organización Mundial de la Salud como desaparecida—, los patógenos causales de dichas enfermedades contagiosas pueden retornar, ya que, si alguna vez surgieron, ellas pueden brotar nuevamente.


Cuatro posibles escenarios que encara la humanidad

  1. El surgimiento de nuevas cepas de patógenos previamente conocidos o de nuevos agentes patogénicos altamente virulentos, provistos de inexpugnables mecanismos defensivos y de evasión. Tal es el caso actual de los retrovirus agentes responsables del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (Sida).
  2. Una catástrofe atómica, la cual conduzca a la anulación y colapso de todos nuestros sistemas actuales de control de enfermedades infecciosas, tales como sistemas de conducción y tratamiento de aguas negras, producción masiva de vacunas e insecticidas. Tal catástrofe podría conducir a la reintroducción de gérmenes del tifo, del cólera o de la viruela.
  3. La posibilidad del surgimiento de nuevos patógenos por mutación o recombinación genética de enfermedades que actualmente están bajo buen control, que muestren nuevas modalidades de extrema virulencia, de gran capacidad de transmisión horizontal o de resistencia a antibióticos.
  4. El resurgimiento de enfermedades pandémicas de la antigüedad debido a procesos de inmunosupresión.

Principales enfermedades transmitidas por las aves al ser humano

Las avizoonosis conocidas más importantes son:

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