Datos, robots y bioseguridad en aves después del COVID-19

La crisis del COVID-19 pone el enfoque en la bioseguridad y da alas a la producción de pollos y huevos apoyada en tecnología de gestión remota y automatización.

Estamos en una “nueva normalidad”, es decir, lo que antes era anecdótico en cuanto a la digitalización o el teletrabajo —o a verlo como una tendencia futura— es ahora una tendencia actual e imprescindible de nuestra actividad “esencial”, mientras las necesidades de proteína aumentan y disminuye el número de productores pecuarios.

“Necesitamos tener acceso a los procesos sin necesidad de tener presencia”, dijo Anxo Mourelle, CEO de Agritech, empresa española dedicada a la digitalización de granjas y plantas de proceso cárnicas, en entrevista exclusiva con Industria Avícola.

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Mourelle se refiere no solo a situaciones como esta, sino a que “los datos son el petróleo del siglo XXI, es decir, las empresas valen por lo que valen sus datos y la comprensión de cómo generar valor y hacer equipo”. Por esto, el ejecutivo prevé una normalización de la granja digital: “La digitalización y automatización van a ser elementos clave en una empresa con futuro”.

Todos los integrados avícolas van a tener que digitalizar sus procesos y no solo los de campo, sino todo su conjunto. “Todas las tendencias del mercado de proteínas, la tendencia general del progreso tecnológico y los expertos del sector así lo visualizan”.

A mayor abundancia, se prevé que no va a ser posible estar continuamente de forma presencial. La pandemia del COVID-19 ha demostrado repentinamente en todos los sectores que es posible no estar presente y seguir en funcionamiento en la medida que estén bien organizados y con sistemas que soporten la comunicación y la toma de decisiones.

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Avicultura más eficiente

Con la pandemia, muchas empresas avícolas han tenido que trabajar a distancia. “Hablaba con dos integrados avícolas —uno español y uno francés— que me decían que han tenido que adaptarse a ritmo acelerado, hasta el punto de tener que adquirir [computadoras] portátiles e infraestructura para trabajar en forma remota, en solo una semana”, comentó Mourelle. No solo han demostrado que son igual de eficientes, sino que pueden serlo más con las herramientas y la cultura correcta.

Por otro lado, han logrado ahorrar en costos operativos y, “gracias a las soluciones tecnológicas que ya hay, a un costo prácticamente marginal, han podido seguir operando. Sin esta tecnología, hubiera sido prácticamente imposible, porque no pueden ir a la granja ni visualizar la evolución de la producción, evaluar pesos, mortalidades o controlar suministro de alimento”.

Así luce la entrada del galpón de recría de la granja avícola Rujamar, en España. Es una entrada unidireccional con una ducha en el centro que obliga a los empleados a ducharse antes de entrar al galpón o nave. (Cindy Burgos)

Bioseguridad avícola: un ejemplo

El COVID-19 ha traído al primer plano de la actualidad la importancia de la bioseguridad hasta tal punto “que el sector avícola ha sido un ejemplo de protocolos para el sector sanitario humano”. No debemos olvidar que muchos avances en medicina y nutrición humanas tienen nexos con la medicina veterinaria y la nutrición animal. Louis Pasteur ya dijo que “la medicina cura al hombre; la medicina veterinaria cura a la humanidad”.

Queda claro que el nivel de bioseguridad que seguíamos era bueno, pero ahora es, además, rentable. “Se ha demostrado que el rigor en la bioseguridad en el control zoosanitario preventivo paga dividendos muy importantes, tanto o más que el tratamiento paliativo”, aseguró Mourelle. En países o ambientes donde se prohíben antibióticos o la vacunación in vivo, necesariamente se tiende a un aumento de la bioseguridad para proteger la crianza y los índices de transformación.

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Automatizar la granja

Aunque se hable de animales salvajes y otros vectores, el principal portador de riesgo es el ser humano. Sin duda, el ser humano tiene contacto con los animales cuando entra en los galpones, por lo que reducir la necesidad de entradas, aun con vados sanitarios, aumenta la bioseguridad. Hay que recordar también que la zoonosis va en ambos sentidos.

No entrar en la granja significa que se debe contar con sistemas que permitan la vigilancia y la actuación a distancia. No se necesita entrar si los sistemas permiten visualizar la crianza en directo, saber qué temperatura y humedad hay y poder regular los ambientes de las casetas. Si se puede controlar la ventilación, el alimento y el agua, se tiene control sobre los pollitos que vienen de la incubadora y se mantiene la cadena de trazabilidad biosegura. Entrar a la caseta se reduce a tres cosas: remover o escariar la cama, recoger la mortalidad y reparar desperfectos.

Mourelle equipara esta automatización a la domotización del hogar (eso que se ha dado en llamar la Granja 4.0, granja conectada o “smart farm”), tan en boga últimamente. Estos sistemas integran interfaces de voz y otros soportes que también se usan en producciones industriales para dar órdenes o pedir datos tales como niveles de silos, estados de cuadros eléctricos, entre otros.

El sencillo robot ChickenBoy recorre toda la caseta o galpón por el techo, a una velocidad que no asusta a las aves. (Benjamín Ruiz)

Robots en la granja

En Agritech, además de los sistemas de videovigilancia y control automatizado de pesos con básculas dotadas de inteligencia artificial que ya han llevado a cabo y comercializado, en la actualidad se encuentran en el desarrollo de un sistema autónomo.

Este sistema es una plataforma robotizada, de movimiento autónomo con reconocimiento automático de obstáculos, que garantiza la navegación segura en el galpón. Al tener diferentes accesorios de actuación y sensórica, permite automatizar las tareas cotidianas de la granja como remover y desinfectar la cama, o recoger aves muertas.

Además, evalúa las condiciones ambientales del piso, de comederos y bebederos, y detecta desperfectos que requieren la intervención del galponero. El sistema reporta —en tiempo real— imágenes de la inspección para posibilitar al galponero y al veterinario la evaluación del estado de crianza y la toma las medidas en fase temprana.

“Al esterilizar la cama, mantenemos el nivel microbiológico muy bajo, al tiempo que el sustrato se airea, se mantiene seco y se evita el apelmazamiento, lo que reduce el riesgo de afecciones como la pododermatitis. Como es necesario cambiarla menos veces, hay ahorros de costos y reducción de pollinaza por parvada”, detalló. El galponero solo entraría durante el vacío sanitario o por necesidad de mantenimiento correctivo.

El directivo de Agritech aseguró que este es el camino a seguir: simplificar el trabajo, ayudar al productor y aumentar muchísimo la bioseguridad. “Vamos a necesitar una serie de recursos tecnológicos competitivos, que no sean caros o que se justifiquen por mejora de productividad, para poder aumentar el nivel de bioseguridad. El mercado, las cadenas de distribución y el público lo exigen, el sector lo va a demandar y las autoridades lo van a incluir en programas de cumplimiento normativo”.

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Reducir tiempos muertos

Reducir los tiempos muertos y los mantenimientos correctivos es otro tema importante. Para eso, hay que pasar a la prevención, pero si la prevención empieza también a ser larga y problemática, entonces hay que avanzar a la predicción.

El mantenimiento predictivo trata de analizar el comportamiento de componentes. Para ello, se debe tener acceso remoto a los sistemas de diagnóstico en la línea del proceso. “Igual que los que tenemos montados por miles en el automóvil, en donde se sabe exactamente en qué condiciones está cada pieza, su temperatura, revoluciones, presión, etcétera”.

Por ejemplo, en una granja podemos evaluar si la rueda dentada de un comedero está fallando o si un bebedero vierte una cantidad de agua que no corresponde. Esto evidencia fugas, falta de alimento en una línea, obstáculos o problemas.

Mourelle impartió la conferencia “Avicultura de precisión: tecnología aplicada en granja y resultados en planta” durante la pasada Cumbre Avícola Latinoamericana en enero del 2020, en Atlanta, Georgia (EE.UU.). Es especialista en control e instrumentación, con 30 años de experiencia en gestión de empresas tecnológicas. Ha trabajado en el sector agropecuario desde hace 15 años, con práctica en gestión de producción y mejora de resultados.

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