Ojalá los avicultores ganaran más

En línea con lo que he escrito en estos últimos dos meses, por un lado con referencia al impacto de los precios sobre el consumo de pollo en la República Dominicana, y por el otro, en México con el precio del huevo, me permito ahora hablar sobre una frase que escuché del Dr. Ricardo Cuetos, de la Universidad Nacional Autónoma de México, en una presentación que hizo sobre actualización de la influenza aviar en México. Mencionaba él los riesgos que corren los avicultores para al final tener márgenes de ganancia de apenas un pequeño porcentaje del total, particularmente ahora que se han eliminado, nada más y nada menos, que 22 millones de gallinas ponedoras en el estado de Jalisco, por el brote de la mencionada enfermedad. Y acertadamente dijo así: “Ojalá los avicultores ganaran lo que gana un embotellador de agua”.

Producción en vivo

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Me puse a pensar en que tiene mucha razón en esto. El embotellamiento de agua tendrá sus pormenores, pero no creo que se compare con lo que implica criar animales. Nada más imagine usted lo que es el proceso. Empecemos, sin ir muy lejos, desde las reproductoras, pasar por la incubación, la crianza o levante, la producción, llegar al pico de producción y luego empacar y vender el producto final, y pensar en lo que todo ello implica: vacunas, alimento, manejo y un largo etcétera. Al agua no hay que criarla, ni alimentarla, ni cuidar que no se enferme, ni nada de eso. Y sin embrago, los márgenes de utilidades de esas empresas son formidables, comparados con los de los avicultores. Claro, podríamos polemizar y hablar de los enormes volúmenes que manejan las grandes empresas avícolas, pero recordemos que también tienen grandes volúmenes las embotelladoras. Nos queda claro que solamente así se puede hacer negocio.

La distribución

Una vez más, quienes se están llevando aquí la mejor tajada del pastel son los distribuidores, mayoristas y minoristas, con un riesgo mucho menor. Ni qué decir; así son las reglas, pero repitiendo, ojalá los avicultores ganaran más, simplemente como premio por arriesgar tanto y producir lo que comemos en la mesa de todos los días.

El consumidor

Para referirme ahora al consumidor, lo que me parece increíble es que haya tantos aspavientos con el precio del huevo o del pollo, y que nadie los haga cuando va a una tienda y compra una botella de agua o refresco a precios exorbitantes. Como ejemplo, en un supermercado, una botella de 5 litros vale la mitad de lo que cuesta una docena de huevos (a los precios del huevo de ahora) y aunque el agua sea un nutriente esencial, no se compara, con lo que aporta una docena de huevo.

Cambiemos de actitud

Otro aspecto relacionado a esto que mencionó el Dr. Cuetos es que en México nos gusta mucho quejarnos. Evidentemente creo que este aspecto no es exclusivo de mi país, más bien creo que es un común denominador latinoamericano, pero no deja de tener razón. Hay que dejar de quejarse y de culparse los unos a los otros. Y sobre todo de hacer tanto escándalo por los cosas. Creo que la industria avícola mexicana ha puesto un buen ejemplo de cómo se debe uno sobreponer a los problemas.

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