Por primera vez en dos décadas, la ingesta promedio de esta proteína caería al pasar de 280 huevos en 2017 a 270 en el cierre de la presente vigencia.
De ser ciertas las proyecciones de la Cámara Argentina de Productores Avícolas (Capia), la agroindustria en este país suramericano viviría una circunstancia que no se repetía desde 2003: la reducción en el consumo per cápita de huevo. Javier Prida, presidente de Capia, lo comentó al presentar recientemente los resultados sectoriales de enero a octubre.
En declaraciones al diario bonaerense La Nación, el dirigente gremial aseguró que la producción de huevo de mesa en Argentina habría experimentado una reducción de entre el 1.8 y el 3.2 por ciento, “pero no lo sabremos plenamente hasta conocer el balance anual completo de 2018, que estaremos presentando en febrero del año entrante”.
No obstante, y de acuerdo con sus proyecciones, este repliegue productivo haría que el consumo promedio argentino se retraiga un 4 por ciento, al pasar de los 280 huevos de 2017 (luego de venir de 273 unidades en 2016), a unos 270 huevos en el presente año, próximo a expirar.
Con el consumo de 280 huevos per cápita, Argentina era el segundo país en Latinoamérica con mayor consumo de esta proteína animal por persona por año, superado únicamente por México (387 unidades per cápita), según la base de datos de compañías avícolas líderes de WATTAgNet. Con 270 huevos, caería posiblemente al cuarto puesto.
Este comportamiento respondería a una pérdida del poder adquisitivo de los argentinos en un 4 por ciento, lo que propició una racionalización de la producción. Prida aprovechó la presentación de estos resultados para reiterar la necesidad de que el impuesto sobre el valor agregado (IVA) generado por el huevo sea igual que al resto de las proteínas de origen animal en este país, que es del 10.5 por ciento. Hoy, el huevo causa un IVA del 21 por ciento.
“Equiparar lo que debemos pagar por IVA sería un primer paso para la recuperación del sector”, arguyó el también empresario avícola, añadiendo que dicha diferencia con el resto del mercado ha hecho “que la informalidad en la producción del huevo se haya trepado del 47 por ciento en 2017 a más del 60 por ciento en la actual vigencia”.