4 importantes aditivos que logran suplir a los antibióticos

Los antibióticos desaparecen con rapidez de la producción animal y estos cuatro aditivos han sido los primeros en mostrar efectos positivos al replicar el resultado final, si no su modo de acción.

No existe un aditivo, de índole médica, que pueda sustituir la función de los antibióticos para propósitos terapéuticos. Los animales enfermos que, bajo cuidados veterinarios, necesiten tratamiento con antibióticos, deben recibir los adecuados y en las dosis correctas para garantizar su salud y bienestar. El caso de los animales criados en una producción libre de antibióticos tiene que ver más con los aspectos mercadológicos y comerciales de dicha producción.

Lo que aquí nos concierne es la acción preventiva y de promoción del crecimiento de algunos aditivos de alimentos no medicinales que se pueden utilizar para impedir brotes bacterianos, o al menos ayudar en ese sentido, así como aquellos que incrementen el estado inmunitario general. Hay aditivos que pueden reemplazar el efecto promotor del crecimiento de las bajas dosis de antibióticos en el alimento, como las que se usaban anteriormente y que ahora en todo el mundo se prohíben cada vez más.

Aunque este no es un nuevo campo de investigación y que en varias partes del mundo el uso de alimento balanceado sin antibióticos para animales sanos ya es la norma, en más regiones hay una presión creciente para seguir disminuyendo incluso el uso terapéutico de los antibióticos y suspender su utilización como promotor del crecimiento. Es por esto por lo que a menudo se repite la investigación con distintos pretextos o motivos, algunos de los cuales son válidos, mientras que otros tienen que ver con políticas, comercialismo, mercadotecnia e incluso con la supervivencia de las instituciones de investigación tradicionales. Sin importar la postura que se tenga sobre dichas presiones modernas, ajenas a la salud y el bienestar animal e incluso humano, debemos afrontar lo que se nos pide y encontrar la manera de eliminar esos antibióticos que por alguna razón se nos niegan a nosotros y a nuestros animales.

La siguiente lista de productos o aditivos para alimentos balanceados no es exhaustiva. Cada nutricionista podrá tener una opinión o lista diferente; tal es el privilegio de tener un grado universitario, especialmente un doctorado. Quienes se ganan la vida con estos o con productos similares, naturalmente resaltan la importancia de dichos productos, pero como se mostrará, ningún aditivo por sí solo puede reemplazar por completo a los antibióticos de forma efectiva. Por ende, la mayoría de los nutricionistas concuerdan en que se necesita de una combinación de productos. Y no solo eso, para que esto no sea algo más que otro intento fallido de estar al día en los tiempos modernos, también son necesarios cambios en la formulación de alimentos y en la bioseguridad de la granja.

  1. Ácidos orgánicos

Existe una plétora de ácidos orgánicos que han demostrado ser eficaces contra una gran cantidad de microorganismos, en especial contra las bacterias, que es el objetivo de los antibióticos. Aquí diferenciamos a los coccidiostatos de los antibióticos tradicionales y nos referiremos a los antibióticos solo como no coccidiostáticos.

La razón principal de que no se usen tanto los ácidos orgánicos como debieran es porque son ‘commodities’ y, como tal, no ofrecen un suelo fértil para su extensa comercialización y diferenciación. Por eso, su nivel de inclusión está siempre por debajo de los niveles requeridos, lo que da la impresión de que son poco eficaces. Cuando se usan en las cantidades y con el perfil adecuados, pueden llegar a ser herramientas muy poderosas contra la mayoría de las bacterias.

Debe hacerse notar que la mayoría de los nutricionistas convienen en que se necesita más de un ácido orgánico por alimento balanceado, incluso algunos tienen evidencias de la necesidad de un perfil diferente, en función de la formulación del alimento básico. Los ácidos inorgánicos también trabajan bien, pero necesitan un enfoque ligeramente diferente y, en beneficio de aquellos que saben cómo usarlos, siguen siendo en su mayoría ignorados. De cualquier forma, las investigaciones sobre la sustitución de antibióticos con ácidos orgánicos se remontan a varias décadas atrás, por lo que es sorprendente ver que las nuevas investigaciones repiten los protocolos de tratamiento básicos, en vez de dirigirlas hacia otras áreas de la nutrición de estos ácidos.

  1. Compuestos fitogénicos

Hoy en día, existen numerosos productos, la mayoría nada eficaces. Los pocos productos que funcionan lo hacen bajo las condiciones y dosis adecuadas. Aquí nos encontramos con el problema de que no podemos exceder ciertos niveles de dosificación o los animales se rehusarán a comer. Es por eso por lo que nos limitamos a bajas dosis, a menudo inadecuadas. Con esta finalidad, al combinar la mezcla adecuada de compuestos fitogénicos con ciertos ácidos orgánicos, se ha demostrado que brindan un efecto sinérgico, lo que significa que la combinación funciona de manera muy eficaz, respaldado por bastante experiencia comercial a lo largo de la década pasada.

Lamentablemente, abundan en el mercado mezclas patentadas de compuestos fitogénicos sin eficacia, dirigidas al productor de alimentos balanceados con mentalidad de bajo costo, en especial a aquellos que comercializan alimentos y suplementos nutricionales, en lugar de criar sus propios animales. Para esta categoría de productos, incluso a menudo la investigación institucional puede ser inadecuada por varias razones y, por lo tanto, el mejor consejo es probar productos prometedores en las propias instalaciones bajo condiciones comerciales.

  1. Zinc y cobre

Más allá de su función nutritiva básica, estos minerales también se han usado durante décadas como aditivos de salud intestinal, primero el cobre y luego el zinc. Algunos productos que contienen zinc o cobre han demostrado replicar, con relativo éxito, los efectos finales de los antibióticos en el alimento. El modo de acción sigue siendo poco conocido y más bien complejo.

Como es de esperarse, actualmente hay un gran número de productos. Algunos son de forma orgánica, otros de manera inorgánica; incluso dentro de estas dos principales categorías, hay varios productos distintos o similares. La cuestión es que las investigaciones originales estuvieron fundamentadas en el sulfato de cobre y óxido de zinc como fuentes de niveles farmacológicos de estos dos minerales. El resultado de otras formas o productos ha variado de negativo a casi exitoso. El verdadero problema no es saber cuál producto funciona, sino que los gobiernos han comenzado a prohibir en general su uso, por motivos que tienen que ver con la conservación de la calidad del suelo, ya que el consumo en exceso en forma de heces se esparce como abono en los campos de cultivo. Por ende, hasta esta herramienta eficaz se elimina de nuestro arsenal de sustitutos poderosos de antibióticos. El hecho de que tales productos hayan tenido poco apoyo de los grupos de presión en los principales centros de decisión no ayudó a lograr una conclusión razonable de cómo proteger la fertilidad de la tierra, sin disminuir la salud animal.

  1. Fibra

Fibra es una palabra que engloba tantos y tan diversos compuestos, que es más bien confusa, pero es la que nos queda de los primeros años de investigación nutricional y la que seguimos usando sin importar cuánto defendamos su redefinición. Al añadir fibra extra a las dietas que previamente se beneficiaron de bajas dosis de antibióticos, parece ayudar a que los animales establezcan una mejor microbiota intestinal que haga mejor frente a los organismos patógenos. La cantidad y perfil de la fibra a usar depende de la especie, de otros aditivos y muchas otras variables. En lo que la mayoría de las autoridades concuerdan es que, cuando los antibióticos no son necesarios, se requiere de más fibra y aquí se detiene cualquier consenso en nutrición de la fibra.

No obstante, sigue siendo un nuevo campo de investigación para cerdos y aves, y además de romper con el pensamiento tradicional, la propia naturaleza compleja de la fibra hace la investigación aún más difícil. Pero si los nutriólogos de rumiantes que alimentan a los microbios antes que a los animales han logrado comprenderla, entonces se esperaría que con un animal más sencillo como el monogástrico las investigaciones fueran más rápidas y concluyentes.

Falta de investigación coordinada y confiable

Si lo anterior suena genérico y de poco uso práctico, se trata de un esfuerzo deliberado de demostrar la falta de investigación coordinada y confiable en comparación con la plétora de productos que hay en el mercado y la dificultad de usarlos, que requiere aplicaciones específicas para cada producción, en contraposición con la aplicación generalizada de los antibióticos de siempre. Claro está, esta lista es un fragmento de lo comercialmente disponible. Pero no es difícil darse cuenta de las dificultades a las que se enfrentan con todos los otros productos, al estar en penumbras con productos tan bien establecidos.

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