Firme crecimiento de alimentos balanceados en México

La fortaleza del sector se evidencia por sus crecimientos, sobre todo en alimentos avícolas, aunque hay algunos nubarrones en el horizonte.

“Mi primer pronóstico es que el crecimiento de la industria mexicana de alimentos balanceados en 2019 va a andar arriba del 3.3 por ciento”. Esta es la proyección de Genaro Bernal, director del Consejo Nacional de Fabricantes de Alimentos Balanceados (Conafab) en México, al analizar cómo va la situación y los datos de producción.

Las cifras se consolidan: en carne de bovino va a estar por un 3 por ciento; cerdo, en 4.2 por ciento; leche, en 1.7 por ciento, y la avicultura, en alrededor del 3 por ciento. “En general, esto es reflejo de estabilidad del sector, aun cuando no se pueden negar los impactos mundiales”, como es el caso de la leche.

En este sentido, la producción de alimentos balanceados para ganado lechero crece a un ritmo de 1.5 por ciento, prácticamente a la par del crecimiento poblacional. Aunque esto tiene impacto en la cifra total, el segmento avícola (huevo y pollo) crece arriba del 3 por ciento anual y representa la mitad de la producción de alimentos balanceados de este país.

Nuevas políticas para 2019

Como con cualquier cambio de gobierno, la transición a la nueva administración pública y su enfoque diferente —centrado más en el pequeño productor y los apoyos que recibirán— es algo a lo que se tendrá que enfrentar todo el sector agropecuario.

Uno de estos nuevos enfoques es el precio de garantía del maíz. “Hay que entender que no es un precio general; es de MXN5,610 (unos US$291) para productores con menos de 5 hectáreas y hasta 20 toneladas de apoyo por productor”, señaló Bernal. Recalcó que no es un precio de garantía general.

Por otro lado, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) les garantizó a los productores de alimentos balanceados que van a seguir teniendo acceso a los commodities a precios de mercado. “Es muy justo que se apoye al pequeño productor, pero no a través del fabricante de alimentos balanceados, sino de programas asistenciales”, apuntó el director del Conafab. Estos programas se van a enfocar en regiones geográficas marginadas, básicamente en maíz blanco.

México produce relativamente poco maíz amarillo, en zonas altamente eficientes, como el estado de Chihuahua, en donde por su alta tecnificación no estarían sujetas a estos apoyos. El apoyo al maíz blanco no va a tener impacto en la fabricación de alimentos balanceados.

“Lo que sí nos preocupa es la reducción en el presupuesto de egresos para apoyo a la comercialización de cosechas”, expresó. Mucho de ello se iba a coberturas, pero este año parte del presupuesto se destinará a pagos por cumplir de años anteriores. Así que tendrán que encontrar cómo comercializar.

El fabricante mexicano de alimentos balanceados compra el grano a precios internacionales. “Hay que aclarar que somos los productores pecuarios quienes llevamos liquidez al productor, al agricultor pequeño, mediano y grande”, dijo Bernal. Una vez que se cosechan los granos, van a una bodega y mediante un certificado de depósito el productor pecuario se hace dueño del grano, y en ese momento se realiza el pago.

“Esta liquidez es algo que no se puede perder, que tenemos que seguir haciendo. Simplemente, pedimos el acceso a precios de indiferencia”, manifestó el titular del Conafab. El precio de indiferencia es el mismo precio de los granos, ya sea de cosecha nacional o importados, puestos en un determinado destino, incluido el transporte.

Con ese precio, se prefiere el grano nacional. Los productores mexicanos de alimentos balanceados compran el sorgo y maíz amarillo disponible que se produce en México. “Y una vez que no hay más disponibilidad, importamos”. De las 15 o 16 millones de toneladas de maíz amarillo que se importan, el sector pecuario importa unas 10 u 11 millones. El resto es del sector almidonero. Hay también algunos ganaderos que importan maíz directamente para rolarlo, pero eso no se considera alimento balanceado.

El TMEC

El Tratado México-Estados Unidos-Canadá (TMEC) ya fue firmado por los tres mandatarios, pero falta la ratificación de los congresos. Todo va a depender de los tiempos legislativos. Sin embargo, “estamos tranquilos porque en principio hay acuerdo, es decir, se resolvieron los temas que habían entrampado la negociación”, destacó Bernal.

En realidad, el sector agropecuario, a excepción del arancel del 20 por ciento a la carne de cerdo como represalia por los aranceles al aluminio y al acero, no tuvo ninguna afectación.

Conafab confía en que se respete el acuerdo. En los últimos dos años, durante las negociaciones recibieron a productores de asociaciones como el U.S. Grains Council, con mensajes públicos a favor del tratado. Incluso, Conafab envió representantes al congreso de Estados Unidos junto con ellos para explicar la importancia de mantener un tratado que beneficie a ambos países.

Maíz y soya del sur

Brasil y Argentina “no han sido opción para nosotros, por más que hemos tratado de desarrollarlo”, sostuvo el director del Conafab. Ha habido reuniones con agricultores y embajadas, pero la producción en esos dos países ha sido inestable en los últimos años debido a sequías y otras condiciones.

En el caso de Brasil, los problemas de infraestructura de puertos y carreteras han tenido impactos, como lo fue la huelga de camioneros justo cuando estaban en las principales negociaciones.

Aunque esto se pudiera resolver, está el asunto de los costos. El comercio con Estados Unidos es muy maduro. Los trenes carrusel vienen y van, uno tras otro en unos cuantos días y llevar buques a los puertos de Tuxpan, Veracruz o Progreso es muy eficiente en costos. Es tan fácil como levantar el teléfono y hacer el pedido. Y eso no va a suceder con Brasil y Argentina. Aun con importaciones muy puntuales, no son una opción sólida.

Huevo y pollo en la canasta básica

Por otro lado, Javier León, subdirector del Conafab, indicó que “tanto el huevo como el pollo son mercados muy maduros en México”, es decir, aunque entren a la canasta básica, “la probabilidad de que aumente significativamente el consumo per cápita no es muy grande”. Añadió que los desempeños que han tenido por encima del 3 por ciento son muy buenos para un mercado como el mexicano.

Hay que tomar en cuenta que México es el principal consumidor de huevo per cápita en el mundo. “Ser más campeón de lo que ya eres es un gran reto”, añadió Bernal, quien sí ve potencial en el pollo, proteína que es la que más crece en consumo en México.

Producción sin antibióticos

En este tema, los fabricantes de alimentos balanceados en México han trabajado mucho. Los antibióticos como promotores de crecimiento ya no se usan desde hace varios años, al igual que en la mayoría de los países del mundo.

Los antibióticos en México se usan para fines terapéuticos, bajo receta del veterinario. “Pugnamos por que se usen los que estén previamente registrados en Senasica/Sader en las dosis y en los tiempos de retiro que fueron registrados”. Sader no permite hacerlo de otra forma y es algo que puntualmente se revisa en las inspecciones y en las visitas.

“Ya desde hace años, se encuentra en el mercado mexicano muchos productos alternativos a los antibióticos como promotores de crecimiento”, añadió León. Esto “va de la mano con mejores medidas de bioseguridad y mejor manejo en las granjas”.

Los próximos dos años

Aunque no parece vislumbrarse ningún sobresalto económico en los próximos dos años en México, el tipo de cambio es un factor que ha golpeado los costos y a la población en el poder adquisitivo.

En general, el sector crece por arriba del crecimiento poblacional, pero “el nubarrón más preocupante es que vendemos en pesos y pagamos en dólares la mayoría de los insumos, con excepciones como la mano de obra y la energía eléctrica”. El riesgo es muy alto.

“Veo bien a nuestro sector, lo veo sólido, aunque con los nubarrones del tipo de cambio y el aumento de las tasas de interés. Sin embargo, la economía a veces está más frágil por temas que no son económicos, por nerviosismos y decisiones políticas”, explicó Bernal.

León coincidió con Bernal y agregó que “se ve el sector con fortaleza para enfrentar las turbulencias que pudieran venir. No distingo alguna característica en la economía que me permita decir que vayamos a salir de la inercia que llevamos y vamos a crecer más”.

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