Avícolas colombianas, víctimas colaterales de protestas

A mes y medio de un paro camionero siguen escalando los estragos: no llegan insumos y no sale producto, morirían por inanición miles de aves, no existente cobertura en seguros y hay posible riesgo sanitario derivado de tal contingencia.

A mediados de julio, un nuevo paro de transportistas terrestres (el número 13 en 15 años) otra vez ponía en jaque la productividad en Colombia, país que depende en más de un 80 por ciento de tractocamiones y similares para movilizar carga. Esta situación degeneró en desabastecimiento en los centros urbanos y dificultades para la habitual marcha del comercio y la industria.

Entre los sectores más afectados se cuenta el avícola, cuyos voceros no han parado de reclamar una pronta solución que – al momento de redactarse este informe – parecía improbable por las peticiones de los protestantes (tabla obligatoria de fletes, disminución de combustibles y peajes, entre otras).

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La especial vulnerabilidad de la avicultura colombiana tiene varias explicaciones, empezando por la dependencia de materia prima importada (maíz, soya y sorgo) que inevitablemente debe ser transportada por tierra luego de llegar a los puertos del Caribe y el Pacífico. Como el país carece de sistema férreo, no hay más opción que las carreteras.

El uso de aviones es demasiado oneroso y apenas se está recuperando el histórico transporte de carga por el río Magdalena, que atraviesa el país de sur a norte; igual, desde los puertos fluviales se necesitan camiones para llevar la carga a los centros industriales y poblaciones ubicados al oriente y occidente de este cauce.

El 14 de julio, en reporte a la cadena radial RCN, el presidente de la Federación Nacional de Avicultores de Colombia (Fenavi), Andrés Valencia Pinzón, hacía otra declaración desesperada: “Nuestras aves están en riesgo por la falta de suministro para alimentarlas. Tenemos más de dos millones de aves afectadas y hemos tratado de paliar esta situación a través de las caravanas (escoltadas por policía y ejército) que hemos acompañado”. 

“Los avicultores insistimos en que el derecho a la protesta no puede ser superior al derecho a la seguridad alimentaria, al trabajo y a la vida”, expresó Valencia. 

Agregó el dirigente gremial que, “Se puede observar que ya está escaseando tanto el huevo como el pollo en varias regiones del país, lo que nos tiene muy preocupados. Tenemos tres regiones muy afectadas. La primera es Antioquia en donde hay un cerco en el que ha sido muy difícil movilizarse. La región de Boyacá tiene una granja de sacrificio que lleva cuatro días cerrada y en Nariño no ha sido posible despejar la vía para poder suministrar huevo y pollo”.

Impacto regional

Por su parte, la emisora Caracol también informaba en la misma fecha que, “Los santandereanos hoy comen más patas de gallina que cualquier otro día, ya que el paro de camionero disparó la venta de menudencias de pollo, por el bajo costo de estos restos de aves en las plazas de mercado de Bucaramanga (capital del departamento de Santander)”.

El radio-noticiario aclaró que estos descartes, junto con la rabadilla, elevaron su demanda por el alto costo de los mejores cortes del ave (con alzas hasta del 30 por ciento), a raíz del desabastecimiento.

“La gente está llevando más que nunca la bolsa de menudencias que vale dos mil pesos (0.75 dólares estadounidenses). Esas bolsas contienen dos patas, hígado, riñón, molleja y corazón. La rabadilla es un poco más cara, tres mil pesos la libra (un dólar)”, expresó Samuel Mantilla, un comerciante de Guarín, plaza de mercado bumanguesa.

Santander produce una cuarta parte del pollo y el huevo que se consume en Colombia. Martha Ruth Velásquez, directora regional de Fenavi, explicó a Caracol que, “El paro camionero afecta a unas 40,000 familias santandereanas, responsables de la cría de 41 millones de aves. En sus fincas hubo necesidad de cambiar la dieta de los animales y en otras avícolas hay huevo represado por falta de transporte”.

Una situación similar se vive en el departamento de Antioquia, desde donde se afirmó que peligra la vida de casi 13 millones de pollos y ponedoras por falta de granos, estancados en los puertos.

“Podría haber una emergencia sanitaria y ambiental porque no tenemos planes de contingencia que nos permitan disponer de las aves que mueran por inanición. Además, las aseguradoras no tienen pólizas que cubran la muerte por inanición de las aves, ¿quién nos responderá por esas pérdidas?”, inquirió Erika Montaño, directora de Fenavi en Antioquia.

Entre tanto, la titular de la regional de Fenavi en el Valle del Cauca, Ana María Soto, informaba que, “En un 20 por ciento se han incrementado los precios en el pollo y el huevo. Con las caravanas procedentes de Buenaventura se ha logrado sacar algunos productos para la elaboración de los alimentos, sin embargo, en el traslado de otros insumos como calcio y carbón para ese mismo proceso han existido demoras que afectan la cadena productiva, a eso se le suma que todavía hay algunos conductores que no quieren salir a las vías”.

Reconoció que el gremio ha recibido, “Total apoyo del gobierno nacional para realizar las caravanas, pese a esto muchos conductores no quieren salir a las vías con las constantes amenazas que han recibido, que les dañarán sus vehículos si salen a trabajar, incluso las amenazas ya se han trasladado hasta sus familias y esto es lo que tampoco ha dejado que se evacue de manera correcta la mercancía”.

 

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