Después de una larga prohibición del uso de harina de carne y de huesos en alimentación para aves y porcino, se está valorando la posibilidad de levantar esta restricción.
Una publicación de la Comisión Europea manifiesta algunas propuestas apoyando la reintroducción de harina de carne y de huesos en la alimentación animal. Estas propuestas se incluyen en un documento en el cual se citan los mayores costos de alimentación y los aspectos que más preocupan relacionados con la seguridad alimentaria.
En este documento se explica que la reducción en encefalitis espongiformes transmisibles como la encefalitis espongiforme bovina la sitúa por debajo en la lista de prioridades actuales. Por el contrario, se recomienda proporcionar especial atención a amenazas crecientes para la seguridad alimentaria como la resistencia antimicrobiana y la salmonela. Por tanto, se indica la necesidad de priorizar acciones hacia enfermedades que pueden tener un mayor impacto que la EEB en términos de salud pública.
Además, en el mismo informe, se discute también el uso de harina de carne y de huesos en alimentación para no rumiantes, como porcino y aves, y se estima la posibilidad de levantar la prohibición sobre su introducción en estos alimentos balanceados. Sin embargo, la prohibición actual de administrar estas harinas procedentes de una especie a animales de la misma especie debería permanecer.
Esta determinación de reintroducir las proteínas animales procesadas en alimentos para no rumiantes podría permitir a la UE disminuir su dependencia de otras fuentes de proteína. La proteína en las dietas de pollos y cerdos proviene, principalmente, de la harina de soja, cuyo precio se está incrementando debido a la mayor demanda internacional y a la restricción europea sobre la importación de soja genéticamente modificada.
Finalmente, si se llega a autorizar nuevamente el uso de harina de carne y huesos, ésta deberá ser procesada de forma segura, es decir, sin que exista ninguna posibilidad de contaminación cruzada con otras especies.