Una nueva visión de la enfermedad infecciosa de la bolsa

La vacunación en la planta de incubación con un virus vacunal que se ajusta de forma individual es la nueva estrategia recomendada.

Esta enfermedad aviar apareció en Gumboro, Delaware, Estados Unidos, en 1962. Se observaban pollos agrupados y postrados, con las plumas erizadas y con la cloaca manchada. Eran típicas las lesiones nefríticas agudas asociadas con una alta mortalidad.

La “nefrosis aviar” paso a conocerse como la enfermedad de Gumboro y, en la actualidad, formalmente se llama “enfermedad infecciosa de la bolsa” (IBF). El agente responsable es un virus muy contagioso, virulento, resistente al medioambiente y a los agentes químicos, que destruye linfocitos B inmaduros localizados principalmente en la bolsa de Fabricio, pero también se encuentra en el timo, el bazo y las tonsilas cecales. Con frecuencia, se observa una severa inmunosupresión, especialmente en pollos muy jóvenes.

A principio de la década de 1980, se aislaron cepas variantes en Estados Unidos. Se desarrollaron nuevas vacunas a partir de cepas variantes atenuadas que ayudaron a controlar este desafío. Pero el verdadero impacto ocurrió a finales de esa misma década, cuando surgió una cepa muy virulenta (vvIBF, en inglés) en Holanda, Reino Unido y otros países, causando daños devastadores y afectando aves jóvenes y maduras. La mortalidad alcanzaba el 80 por ciento en algunas parvadas.

Las vacunas vivas repentinamente se tornaron inservibles. Los nuevos aislamientos eran del mismo serotipo que la cepa original —clásica—, pero mucho más virulentos e invasivos.

Los pollos, hasta entonces protegidos por la inmunidad materna, enfermaban. Los mismos niveles de anticuerpos maternos que impedían la inmunización con vacunas activas resultaban insuficientes antelo invasivo que era el nuevo virus vvIBF.

El nacimiento de las vacunas “intermedias”

Se desarrolló un nuevo tipo de vacunas para competir contra el virus vvIBF. Se buscó una cepa de invasividad y virulencia “intermedia”. A partir de la década de 1990, se introdujeron vacunas con estas características en todo el mundo. Las vacunas fueron clasificadas como “suaves”, “intermedias”, “intermedias plus” y “calientes”. En un esfuerzo por diferenciarlas, se emplearon características que resultaban confusas para describirlas.

Inmunosupresión

Cuando el sistema inmunitario se encuentra deprimido, pueden verse afectados todos los órganos en el pollo. Muchos microorganismos que normalmente serían inocuos se tornan altamente dañinos para las aves afectadas. En las parvadas inmunodeprimidas, por lo general se notifican altas tasas de mortalidad que conducen a altos costos por tratamientos y bajos desempeños productivos.

En el caso de la IBF, el indicador de la inmunosupresión es la reducción o depleción de linfocitos en la bolsa de Fabricio.

Límites aceptables

Después de la aparición de la forma vvIBD, las autoridades tuvieron que decidir qué vacunas deberían ser consideradas seguras y la Unión Europea impuso una serie de reglas (Guittet, et al., 1992).

El “límite de aceptabilidad” definió a las vacunas seguras como aquellas que pueden causar un impacto moderado y transitorio en el tamaño de la bolsa y lesiones que pueden repararse en un plazo de cuatro semanas, además de no causar inmunosupresión, medida mediante la capacidad de responder a la vacunación contra la enfermedad de Newcastle.

La vacuna debe ser genéticamente estable y no revertir a una forma virulenta después de varios pasajes de pollo a pollo.

Tamaño de la bolsa e inmunodepresión

Existen muchas causas que pueden derivar en la inflamación o atrofia de la bolsa de Fabricio. Entre algunos ejemplos están la enfermedad de Marek, el virus “J” de la leucosis linfoide, la anemia infecciosa, aflatoxinas, estrés por hacinamiento, condiciones medioambientales extremas o cambios en la dieta.

Por lo tanto, el solo tamaño de la bolsa de Fabricio no es el único indicador de la IBF. Típicamente, la primera lesión en un pollo infectado con IBF es la inflamación y pérdida de la consistencia del tejido (gelatinización) de la bolsa. Posteriormente, se atrofia y reducirá su tamaño.

El tamaño de la bolsa o su peso no son un indicador confiable de su contenido de linfocitos. En los primeros días de vida, los linfocitos B se encuentran exclusivamente en la bolsa de Fabricio; el detrimento de su número es el indicador más relevante para determinar la gravedad del daño y la posibilidad de que pueda generarse una inmunosupresión.

Muskett propuso calificar las lesiones en la bolsa de Fabricio en 1979, en una escala de 0 a 4, en la que 0 es una bolsa normal y 4 una bolsa desierta de linfocitos. Las calificaciones de 1 y 2 son capaces de producir anticuerpos y responder a las vacunaciones.

De esta forma, una bolsa de Fabricio de tamaño o peso reducido con una calificación de +2 podrá estar en perfecta capacidad de funcionamiento. La bolsa se verá mayormente afectada durante los primeros días de vida del pollito, pero el daño al sistema inmunitario será menos pronunciado en aves de 10 días de edad o mayores, cuando otros centros germinales se habrán tornado funcionales, compensado la deficiencia en la bolsa.

Anticuerpos maternos

Enfrentamos un doble problema: definir cuándo será el momento óptimo de aplicar una vacuna activa con relación al nivel de anticuerpos maternos y qué puede hacerse para minimizar el período en que desaparecen los niveles de dichos anticuerpos y la respuesta a la inmunización activa (vacunación) alcanza un nivel de protección.

La edad óptima para vacunar una parvada depende de la uniformidad del nivel de anticuerpos maternos y del grado de invasividad de la vacuna (entendiéndose por esto el nivel de anticuerpos maternos que puede traspasar la vacuna para proteger al pollo).

El catabolismo de los anticuerpos maternos se calcula a una tasa constante (la vida media en aves ligeras es de 5.5 días; en reproductoras pesadas, de 4.5 días y en pollos de engorde, de 3 días). Se han desarrollado diferentes fórmulas matemáticas para estimar el momento óptimo de la vacunación.

Estrategia óptima para vacunación contra la IBF

Una práctica común era vacunar pollos de engorde a una edad temprana. Cuando los niveles de anticuerpos maternos son variados, el problema es mucho más complicado, haciéndose necesarias múltiples vacunaciones. Además, deben considerarse los retos para realizar una correcta vacunación a nivel de granja.

Para resolver estos dilemas y conseguir un mejor control, los pollos pueden vacunarse en la planta de incubación. Hasta ahora, la industria había contado con vacunas recombinantes que contienen un virus portador, por ejemplo, el virus HVT de la enfermedad de Marek, modificado para expresar un segmento del virus de IBF y con vacunas del complejo inmune (Icx) elaboradas con un virus activo contra la IBF combinado con anticuerpos contra el mismo virus.

Sin embargo, la consolidación de la protección estimulada por estas vacunas se alcanza más tardíamente que con las vacunas activas convencionales cuando se aplican a la edad adecuada.

Se ha introducido en el mercado un nuevo concepto que consolida la inmunidad a una edad más temprana, sin las desventajas inherentes de las vacunas vectorizadas o los Icx.

Esta nueva vacuna fue desarrollada a partir de la cepa M.B. y adaptada para aplicarse in ovo a los 18.5 días de incubación o por vía subcutánea al primer día de edad. El virus vacunal se ajusta de manera individual al nivel de anticuerpos maternos y se replica en la bolsa antes de que los títulos hayan caído por debajo del nivel de protección.

Se ha conseguido tener una respuesta inmunitaria temprana y un amplio espectro de protección con la seguridad y conveniencia de la aplicación en la planta de incubación.

Los pollos vacunados con la nueva vacuna han mostrado una protección asociada a la respuesta serológica cuatro días más temprana que los pollos vacunados con la vacuna Icx. La cepa vacunal M.B. se replicó en la bolsa de Fabricio entre los 16 y 18 días de edad (10 días antes que el aumento del título de anticuerpos), mientras que con la vacuna de Icx el virus empezó a replicarse entre los 20 y 22 días de edad.

Las pruebas de campo en Asia, África y Latinoamérica han demostrado resultados semejantes, sin haberse observado efectos adversos en el desempeño de las aves. La importancia de la consolidación temprana de la inmunidad ha sido ampliamente descrita por Banet-Noach et al. (AAAP 2017, Indianápolis).

Estos resultados y otros datos disponibles demuestran que la inmunización con la nueva vacuna elaborada con la cepa M.B. adaptada para su aplicación en la incubadora reduce la exposición a cepas de campo, por lo que se pueden alcanzar mejores resultados zootécnicos que con las vacunas vectorizadas rHVT-IBF y con las vacunas Icx contra IBF.

Bio: Dres. Udi Ashash y Amnon Michael, Phibro Animal Health Co.

X