Estrategias para muchos pollos en granjas, sin mercado

Este serio problema de tener producción en campo sin poderla comercializar lleva a buscar intervenciones nutricionales para mantener el pollo, sin acentuar las pérdidas.

La pandemia de COVID-19 ha ocasionado afectaciones en la producción y reducción de la oferta de pollo. Si tenemos pollo en granjas, una opción es congelar lo producido. No obstante, no es tan fácil en mercados de pollo de engorde en pie.

En estos casos, se deben buscar alternativas para mantener las aves de forma sustentable, tales como retrasar la edad al sacrificio, ajustar la ganancia diaria de peso, evitar daños en aves y canales por el aumento de la densidad y reducir el estrés calórico al estar las aves más tiempo en el galpón.

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No existe una solución simple para mantener el pollo producido y no acentuar las pérdidas. “Para aquellos que puedan mantenerlo más tiempo, aunque con costo (pues no hay mantenimiento gratis), con suerte y por poco tiempo, propongo una dieta de mantenimiento”, dijo el Dr. Sergio Vieira, profesor de la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS), durante el webinar “¿Qué hacer cuando se extiende la edad de sacrificio? Alternativas de la nutrición”, presentado por la empresa de nutrición animal DSM.

El mantenimiento y la temperatura

“Una vez que nace el pollo, el aumento del costo es permanente”, explicó Vieira. A esto se le llama mantenimiento, el cual es fijo, pero se puede minimizar dependiendo de ciertas condiciones.

Debe tomarse en cuenta que las aves tienen 6º C más de temperatura que los mamíferos; son animales que producen mucho calor. El impacto de la temperatura en mantener la energía y es lo más importante en cuanto al costo. Aunque la proteína sea más cara, le energía es la que regula la mayor parte de los procesos de mantenimiento.

Cuando se analiza el costo de mantener vivas a las aves, el costo de mantenimiento y el de producción, la temperatura y las condiciones del ambiente llevan una participación importante. La nutrición no soluciona todo cuando hay que mantener a las aves más tiempo en granja.

Confort térmico

El confort térmico está entre los 19º C y los 27º C —las temperaturas críticas inferior y superior— y este varía con la edad. En este rango, no necesita liberarse de ni generar calor, pero fuera de estas temperaturas, hay gasto energético para producirlo o deshacerse de él.

En Latinoamérica, el clima varía mucho. Por eso, hay que conocer las condiciones. Se pueden producir pollos en cualquier parte, con buenas instalaciones y ambiente controlado. “Cuanto menor sea la capacidad de controlar el ambiente, mayor es el gasto de alimento en mantenimiento”, comentó el experto. Con esto quiere decir que “un pollo de 2 kg tiene en promedio una conversión de 100 g mejor en ambiente controlado”.

Más allá de los 24º C, el pollo consume más alimento para deshacerse del calor. En Latinoamérica, los pollos pasan muchas horas del día a más de 32º C, es decir, 7º C por encima de la temperatura de confort. Para eliminar esa temperatura hay un trabajo metabólico muy extensivo.

La primera respuesta del ave es generar menos calor con la disminución del consuno de alimento, lo cual baja la ganancia de peso. “Esto representa mucho dinero. Hay muchísimo gasto de alimento que puede financiar estructuras que permitan producir pollos de forma más económica”, señaló Vieira. La conversión alimenticia es mucho mejor en galpones modernos.

Considerar el incremento calórico

Una parte del consumo de alimento se conoce como incremento calórico. Básicamente, es el calor que produce el alimento para el cuerpo, aunque más tarde tenga que eliminarlo. El incremento calórico en un pollo a 20º C dura solo dos horas, pero el estrés por calor a 35º C dura ocho horas, es decir, cuatro veces más el impacto negativo.

La temperatura afecta el desempeño por dos razones. Una es por la disminución del consumo de alimento y la otra es también porque disminuyen las hormonas T3 y T4 que regulan el crecimiento y aumenta la corticosterona que regula el estrés.

El incremento calórico depende del nutriente de origen. Por ejemplo, la proteína genera más calor si se va a músculo que si se va a orina (6.98 vs. 8.72 kcal/g). La grasa produce un incremento calórico de 1.05 kcal/g y los carbohidratos, de 3.92 kcal/g. “Por eso, es una buena estrategia añadir grasa al alimento en ambientes calientes —si no fuera tan cara— en comparación con carbohidratos”.

Flujo de la energía

En el camino de la energía cruda hacia energía neta, pasando por la energía digestible y metabolizable, existen pérdidas tanto fecales como urinarias hacia la deposición de tejido. Pero donde hay que enforcarse más es en el incremento calórico (calor del metabolismo).

La energía neta tiene dos componentes:

Esta última es la que hay que mantener a raya cuando se desean conservar los pollos en mantenimiento.

Los factores de la energía

Vieira habló del concepto teórico de separar por factores para calcular los requerimientos energéticos: el método factorial. Por ejemplo, para un pollo de 2 kg, el requerimiento de energía metabolizable para mantenimiento, para no ganar ni perder peso, o sea, solo para mantenerse vivo, es más o menos de 170 kcal/día. Si calculamos que requiere de un 50% más para actividades, el requerimiento va a ser de 255 kcal/día. Teóricamente, no ganaría ni perdería peso.

El costo calórico energético que el ave deposita en su cuerpo (con una ganancia diaria de 100 g) como proteína y grasa se calcula en 224 kcal. Junto con la energía metabolizable de digestibilidad y retención, que es de 273 kcal, se llega a un total de 528 kcal de alimento al día.

De esta forma, aproximadamente la mitad se consume solo para mantenimiento. Pero todo esto es bajo confort térmico, con una dieta de alrededor de 3100 kcal, con 168 g de consumo de alimento, dependiendo de las condiciones ambientales.

Los factores de la proteína

El método factorial permite también calcular el requerimiento de proteína, que aunque existe como tal, hay un concepto muy interesante que vale la pena recordar que es el del nitrógeno de mantenimiento, que es de 250 mg/kg de peso vivo al día. Este nitrógeno se determina cuando, después de un período con una dieta sin proteína, ya no hay más excreción de nitrógeno urinario.

De esta forma, después de los cálculos, se llega a un requerimiento de proteína de 5.1 g/día de mantenimiento, considerando un pollo de 2 kg y una eficiencia de la utilización de la proteína cruda de ±61%.

Para el crecimiento, hay que tener en cuenta el costo proteico de la deposición del músculo y del hueso, además del de la pluma (con diferencias importantes en las líneas genéticas y entre machos y hembras entre las líneas autosexables). Al considerar esto, se llega a una cantidad de 29.5 g de proteína cruda/día (con una ganancia diaria de 100 g).

El crecimiento de las plumas se lleva 9.4 g de proteína cruda/pollo al día. Nadie se imaginaría que un pollo en crecimiento demanda casi el doble de la proteína para las plumas que para el mantenimiento. No obstante, Vieira aclara que cuando hay problemas de emplume y se presentan dudas sobre la fuente de metionina, si hubiera diferencia entre dichas fuentes, el pollo no crecería. “No hay pollo desplumado que mantenga su crecimiento muscular”, afirmó.

En total, son 44 g/día de requerimiento proteico. Al comparar la energía con la proteína vemos que la mitad de la energía se va al mantenimiento, mientras que la proteína se va a una quinta parte. Es decir, cuesta menos mantener a los pollos desde el punto de vista de la proteína que de la energía. Por eso es tan importante conocer la dependencia que tiene el uso de la energía alimentaria de la temperatura ambiental.

En la actualidad, las diferencias entre líneas genéticas para una dieta de mantenimiento son mínimas. Hay más diferencias entre sexos y entre peso corporal del ave, puesto que no es lo mismo mantener un pollo de 1 kg que uno de 3 kg.

Comentarios finales

No es fácil ganar dinero con pollos en situaciones normales. Así que imaginemos lo que es en un ambiente poco adecuado, en el que el pollo consume una parte importante del alimento para mantenerse.

“En la producción de ningún producto se metería un insumo de costo variable para mantener un insumo de costo fijo. Hay que hacer cuentas y hay que tratar de mejorar los ambientes”, sostuvo Vieira.

El experto indicó que es mucho mejor dar menos alimento de una dieta bien balanceada que darle una mal balanceada. Aunque sea más barata, al final va a costar más.

Recomendó también aventurarse con el uso de otros aminoácidos, como valina, leucina o glicina. Usar aditivos como las enzimas, revisar el fósforo, las fitasas y los excesos de microminerales. “No debe esperarse tener el mismo desempeño económico, sino uno mejor”.

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