Animalistas y su cátedra económica al negocio avícola

Animalistas y su cátedra económica al negocio avícola

(Oleksandr Lytvynenko | Shutterstock.com)

Grupos de interés están pasando de la emotividad a una impostada racionalidad, con cifras amañadas, para tratar de desvirtuar la probada eficiencia de esta agroindustria.

Es una lata tener que hacer una autorreferencia, pero cuando toca, toca. En mi comentario de cierre del año pasado —7 titulares avícolas que (quizás) leeremos en 2020 me “aventuraba” a decir que desde enero veríamos repetidos encabezados en los medios que dejarían muy mal parada a la avicultura comercial frente a temas como el cambio climático, la seguridad alimentaria y la mismísima salud humana.

Este primer trimestre me “ha dado la razón”, aunque es algo en que no hay demasiado mérito si llevas algún tiempo haciéndole seguimiento al sector y todo lo que de él se diga. Es como vaticinar que los patos volarán para huir del invierno. Podemos hacer una lista de chequeo y encontrar que los promotores de esa mala prensa han agotado en tres meses su munición conocida, desde pedir un impuesto ambiental al consumo cárnico hasta satanizar la proteína animal como causante de la mala salud del mundo.

Publicidad

En lo que sí veo una novedad es que un grupo de interés defensor de tales tesis dejó atrás sus escrúpulos para llegar a la temeridad de desvirtuar el propio alcance económico del negocio avícola, una agroindustria claramente exitosa en conseguir una producción estandarizada de alimento de calidad, a bajo costo para el consumidor final.

Me estoy refiriendo en específico a la RSPCA (Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals), organización animalista que en Inglaterra publicó hace unos días los resultados de una investigación contratada “con un organismo independiente”, el cual debía comparar la producción de pollos de rápido crecimiento contra la de lento crecimiento.

No hace falta mucha malicia para entender que la meta de tan genuino esfuerzo científico apuntaba a desmontar una de las mayores contradicciones del movimiento animalista: al propender por la libertad de las aves de corral y el crecimiento lento, los mayores tiempos de producción y desgaste energético disparan el consumo de concentrados, lo que se traduce en más hectáreas sembradas de monocultivos y menos bosques naturales, o sea, menos animales a proteger en su entorno originario.

Pues bien, tengámonos fino porque, según dicho informe, venimos haciendo las cosas muy mal, pese a que no paramos de crecer en producción y de ser un sector generador de empleo, bienestar y riqueza para millones de familias en el mundo.

Resulta que la mitad de los pollos de rápido crecimiento mueren en el proceso de cría y los que sobreviven desarrollan pechugas de madera en 23% de los casos (¡casi uno de cada cuatro!). Por supuesto, entre los de lento crecimiento apenas muere el 16% y menos del 1% presenta problemas en la calidad de su carne.

Preocupantes cifras; estamos perdiendo millones y no nos habíamos dado cuenta. Bueno, dejando el sarcasmo a un lado, sería bueno aprovechar tanta paparruchada para soltar una de mis citas favoritas que viene como anillo al dedo: “Todo el mundo tiene derecho a su propia opinión, pero no a sus propios hechos” (del fallecido diplomático y congresista estadounidense Daniel P. Moynihan).

PHP Code Snippets Powered By : XYZScripts.com