22 de abril de 2019
(Chilli Head | Freeimages.com)
El comienzo del segundo trimestre trajo consigo algunas nuevas en apariencia positivas, que coincidieron con la tradición cristiana de la Pascua. Veremos si son buenos regalos o acertijos para seguir desenredando.
Pollo catracho, más cerca de EE. UU.
Luego de más de una década, la avicultura hondureña cree estar a un paso de exportar carne de pollo a Estados Unidos. Como lo informó Industria Avícola esta semana, el Servicio de Inspección e Inocuidad de Alimentos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (FSIS-USDA, en inglés) validó como par idóneo al Servicio Nacional de Sanidad e Inocuidad Agroalimentaria de Honduras (Senasa). Es el segundo gran paso tras el tratado de libre comercio. Todavía falta el reconocimiento norteamericano del estatus sanitario positivo de Honduras con respecto a Newcastle. Y tras todo ello listo (lo aduanero y sanitario), se necesita que las cifras propicien los negocios. ¿Pueden los avicultores catrachos ofrecer precios competitivos siendo importadores de insumos? ¿La mano de obra es tan barata para eso? Ojalá se pueda; por lo pronto, me dicen que territorios como Puerto Rico, en su ambigua condición de estado asociado, podría ser un destino interesante por su deficitaria producción agropecuaria y la inconstancia en las importaciones desde EE. UU.
Supergallinas y avestruces en Cuba
Desde el anacrónico régimen comunista cubano se anunció que a finales de este año se acabará el hambre en esta asolada isla porque empezarán a producir tres huevos diarios cientos de miles de supergallinas, pertenecientes a una variedad que no ha podido desarrollar la avicultura comercial en el “enfermo sistema capitalista”. Este milagro se gesta en algún lugar de Pinar del Río, desde donde saldrían 12 millones de huevos para todos los alegres hogares cubanos. Difícil de creer, sobre todo luego de que se ha dicho por parte de este gobierno tragicómico que también habrá más proteína disponible con la exponencial producción de carne de avestruces y de jutías (una especie de gran roedor silvestre y comestible). Cuba ya había prometido paliar el hambre con las enormes aves africanas hace dos décadas, pero el experimento, como tantos planes comunistas, no funcionó y no se sabe de dónde saldrán los avestruces prometidos. Bueno, lo que sí se prevé es que habrá otro anuncio en diciembre. Sería risible si no hubiera tantos hermanos cubanos anhelando libertad política y económica.
El negocio avícola prometido en Venezuela
Como nunca antes en 17 años, parece estar cerca el fin del régimen chavista en la patria de Bolívar. De darse ese sueño del resto de la América Latina libre, se abriría un interesante mercado para la avicultura del continente, pues el aparato productor de huevos y pollo venezolano tiene hoy el tamaño que tenía en 1996 y el retroceso sigue imparable. El desfase entre oferta y demanda representa, según datos de la Fenavi Venezuela de 2017 (los más recientes disponibles), oportunidades de negocios avícolas de por lo menos US$11,360 millones anuales. Esta cifra supera de lejos el PIB de un país como Haití y se acerca al de Jamaica. En volúmenes faltantes a suplir, para nivelar la demanda interna existente en el año de producción pico (2013), estaríamos hablando de 647,000 cajas de 360 unidades de huevo al mes, y de 64,000 toneladas de pollo mensuales. Un bocatto di cardinale para una avicultura suramericana aquejada por la sobreoferta en varias de sus plazas. Brasil y Colombia serían los candidatos naturales, si Estados Unidos lo permite, claro.