Incubadora Santander: ideas, pasión y disposición al cambio en la avicultura de huevo

Don Enrique Muñoz (q.e.p.d.), ícono de la avicultura colombiana, nos cuenta su visión, sus ideas y sus planes.

Quien no conociera a Don Enrique Muñoz, que fue presidente de Incubadora Santander, de Bucaramanga, Colombia, no conocía la industria avícola colombiana. Amable, gran conversador al lado de su eterno “tintico”, apasionado e incansable avicultor, visionario y, parafraseando sus mismas palabras, hasta soñador, con el pasar de los años se convirtió en un referente de la industria avícola de su país y de Latinoamérica.

Presentamos aquí, a manera de homenaje póstumo, el resumen de una interesante entrevista que Industria Avícola le hizo, semanas antes de fallecer.

Publicidad

Los inicios en la avicultura

Iniciamos la entrevista con Don Enrique Muñoz con una anécdota que, como editor de esta revista, me pareció halagadora: “Hace unos 40 o 50 años, un artículo en la revista Industria Avícola sobre cómo se calculaba el costo de un huevo –que me ayudó muchísimo–, fue lo que me animó a empezar en esta industria”.

Así, Don Enrique empezó a trabajar en la avicultura primero con la incubación. Con el pasar de los años “empezamos a hacer alimento y últimamente a producir huevo comercial”. Y al decir últimamente se refería a los últimos 16 años.

Hoy en día, Incubadora Santander produce 4 millones de huevos diarios. Tienen un poco más de 5 millones de ponedoras divididas en dos empresas. Unos 4 millones están en la parte suroccidental de Colombia, en Caloto, cerca de Cali, completamente tecnificadas, todas en jaula. Por otro lado, en la parte nororiental del país tienen más de un millón de gallinas, de las cuales unas 800,000 gallinas están en jaula y 700,000 en piso.

Incubadora Santander fue una empresa que nació para la venta de pollitos y pollitas de un día a terceros. Eran dueños exclusivos de sus reproductoras. Luego, “vino una enorme crisis en el año 1990 o 91, en la que nadie quería comprar pollas. Entonces, teníamos dos opciones: quebrábamos, o empezamos a producir huevo comercial”.

Y fue así como empezaron en la producción. Y así también fue cuando Don Enrique se dio cuenta que tenía que haber un cambio en la producción de huevo comercial: no podía seguir la misma gallina en piso.

Cuando al inicio mencionaba yo que era incansable, es porque no paraba con su espíritu investigador. Tras la crisis, viajó entonces a España, a conocer cómo era la producción en baterías. Y ahí compró equipo para 10 galpones. “Yo sabía que eso tenía que funcionar y que tenía que ser la forma de cambiar la avicultura. De la noche a la mañana tuvimos que cambiar el modo de pensar a todo el mundo, y cuando digo todo el mundo, me refiero a mis empleados, a mis amigos, a mis socios, a todos”.

Crecimiento y expansión

El crecimiento de la empresa empezó en 1991: “Uno cree que es muy fácil llegar a un millón de huevos, pero no es así. Nos tomó unos 8 años en el valle del Cauca, aprovechando los beneficios fiscales que en ese entonces daba el gobierno”.

“En el 2006, nos tropezamos con otro problema muy simple: éramos los mayores productores de huevo, por lo tanto se creía que éramos los más fuertes, pero no era así, al contrario, éramos los más débiles, porque teníamos que entregar todo nuestro huevo a los mayoristas”. Doña Concepción Ardila, vicepresidente de la empresa, que trabaja en Incubadora desde hace 32 años, comenta que “los mayoristas eran realmente los dueños, no los avicultores, por lo que pensábamos que había que cambiar esto”.

Comenzaron entonces la venta del huevo tienda a tienda. Para ello, adquirieron 200 camionetas para todo el país y comercializaron el producto con la marca Huevos Kikes. Hoy en día, están presentes en 14 ciudades, entre ellas Bogotá, Cali, Medellín, Bucaramanga, Santa Marta y Cartagena.

Don Enrique nos explica las dos formas de ver su participación en el mercado. Una es que tienen el 12 por ciento de la producción de huevo comercial, pero la otra es que pueden cubrir hasta el 95 por ciento del país del día a día en las tiendas. Es decir, los únicos que realmente tienen una posición propia y definida en todo Colombia, es Incubadora Santander.

No obstante, hay otras empresas que ya empezaron a tomar este camino, pero son empresas que están lejos de Incubadora. en cuanto a producción se refiere.
“Mientras que nosotros hablamos de 4 millones de unidades diarias, los otros están en un millón”, aseveran.

El Tratado de Libre Comercio Colombia-EUA

“Hablando como avicultores sólo de huevo, para mí el Tratado de Libre Comercio hay que mirarlo desde dos puntos de vista: el industrial meramente, y el otro el político. Sobre el industrial, yo creo que hay un futuro gigantesco en la avicultura de huevo, pero también hay una necesidad gigantesca en el cambio de tres cosas: mentalidad, de posibilidades de inversión y de tecnología”, acertadamente comenta Don Enrique.

“Yo estoy muy contento de lo que está pasando en el Tratado de Libre Comercio, ¿por qué?, porque yo he visto cómo he desarrollado mi empresa y la he desarrollado de acuerdo a la manera en que ha ido cambiando la crisis; cada crisis me ha cambiado”.

Así como tuvieron que cambiar a producir pollitas de un día y después se vieron obligados a pasar al huevo tienda a tienda, ahora habla del en cambio en el manejo de tecnología y mercadeo”.

En una frase lo dice todo: “tenemos que dejar de ser vende huevos, para pasar a ser industriales de la avicultura”. Le queda clara la necesidad de producir ovoproductos, de entrar a otros mercados como el catering.

“Yo no le veo problema al Tratado de Libre Comercio en huevo. Pero tenemos que cambiar por completo. Hay granjas que tienen que desaparecer, en cuanto a tecnología y producción. Lo más interesante es la completa revolución en la comercialización”.

Don Enrique consideraba que en la parte política hay un gravísimo problema: el gobierno nacional tiene que definirse. “O quiere hacer una industria grande, o quiere darle gusto al productor de traspatio. El gobierno nacional quiere que exportemos, pero para exportar necesitamos cambiar sanitariamente. Pero, ¿cómo vamos a exportar si hay bronquitis o Newcastle?”

Otro aspecto interesante que comentaba es que “la culpa también ha sido de los mismos avicultores, que venden los sobrantes de la incubación de pollitas para el traspatio, lo que causa problemas sanitarios”.

Planes a futuro y ovoproductos

Como se sabe, la industria avícola colombiana está muy atomizada. Podría pensarse que una empresa relativamente grande adquiriría otras empresas pequeñas, para crecer de cara al Tratado de Libre Comercio. Sin embargo, eso no es así. Incubadora tienen sus razones: las empresas que podrían adquirir tienen un nivel de tecnificación bajo y no aportarían mucho. Mejor invertir en algo nuevo. Además, “esas empresas no tienen algo que se necesita: el mercadeo”, comentaba Don Enrique.

“No se justifica la compra de empresas pequeñas” Añade Doña Conchita, como cariñosamente se le conoce a Concepción Ardila. “Y los costos de producción en piso son muy altos; tenemos que estar tecnificados para bajar costos”.

En cuanto a la producción de ovoproductos, están conscientes que necesitan incursionar en ello. “Ahí tenemos un problema: ¿queremos ser pioneros, colonizadores o beneficiarios? Son tres valores distintos. El pionero ataca tumbando montañas, el colonizador va a mejorar esa montaña que alguien tumbó, y luego viene el que va a beneficiarse. Ser pionero o colonizador vale mucha platica”.

Pero tenemos otro aspecto a considerar: ¿quién va a comprar los ovoproductos? La industria alimentaria en Colombia, según Don Enrique, está también muy segmentada y no es muy grande, por lo que no representa una buena opción. Las panaderías, por ejemplo, en muchos casos “siguen comprando el huevo con cáscara, un producto roto, sucio, que no hay quien lo certifique que está libre de salmonela, por ejemplo”.

Incluso, nos expone que las grandes panificadoras, que representan un bajo porcentaje del mercado, a veces compran huevo con cáscara y cuando el precio está bajo, hasta “baten el huevo a mano”.

Es por eso que en Colombia existe la necesidad de dar un paso adelante, ya que esto ahora más bien representa un obstáculo. Por lo tanto, en este momento va a tener que haber un reacomodo en la manera de ver la producción, el mercadeo y la avicultura, “siguiéndole los pasos a la avicultura mexicana. Estamos empeñados en montar algo que para mí es fundamental en la avicultura de alta producción de huevo: un matadero de gallinas”. De esta manera, la gallina de desecho se convierte en un negocio.

Fortalezas de Incubadora Santander

Nos comenta Doña Conchita: “una de las fortalezas de la empresa ha sido que tenemos una integración completa: reproductoras, ponedoras, fábrica de alimentos balanceados, fábrica de bandejas, transporte, distribución y que llegamos directamente a la tienda”.

Otra fortaleza, creo yo, es la naturalidad con la que hablaba Don Enrique. “Yo he sido muy abierto, toda la vida le he contado a la gente las cosas, yo no le veo problemas a nada. No tengo secretos”.

“Cuando empezamos con las jaulas, antes de que llegaran a Colombia, estuve en un Congreso Nacional de Avicultura en Cartagena, y estuve contándole a todo el mundo que esa era la avicultura del futuro. Me acuerdo que muchos me reclamaron. Incluso, hubo alguien que me pronosticó que quebraría y me dijo que yo quería que quebraran todos”. Pero no fue así, es más, quien dijo eso, ya salió del negocio.

Lo curioso es que como todo en la vida, 18 años más tarde muchos avicultores pusieron jaulas. “Si los hubiéramos hecho despacio, no tendríamos el gran problema que tuvimos anteriormente, que fue una baja tremenda del precio del huevo, porque hubo un crecimiento desmedido, porque todo el mundo puso jaulas, pero nadie, quitó la producción en piso.

Pronósticos antes de partir

Don Enrique tenía muchas ideas y estaba siempre inquieto: no se sentaba en los laureles, esperando a ver qué hacían los demás. “No, no me siento en los laureles. Una cosa definitiva que quiero dejar plasmada es que la avicultura de 2012 en adelante, va a ser totalmente distinta de la que hasta ahora hubo. En el huevo, me refiero a la parte sanitaria, de producción, de mercadeo, de todo. Hablando tecnológicamente: o se da la revolución o aquí van a pasar muchas cosas”.

“Le voy a decir algo: aquél que esté en la avicultura debe ser un soñador. Tenemos que ser soñadores, todas las ideas tienen eco. Yo me acuerdo como si fuera hoy, cuando empezamos con el negocio de tienda a tienda, como pudimos mantenernos en ese negocio, perdiendo el primer año la plata del universo. ¡Y no teníamos quién nos enseñara! Eso es todo, ser soñador, como los productores en países como México. Y echar para adelante”.

Y así, la última vez que vi a Don Enrique, amable y hasta paternalmente, cruzó la calle conmigo, justo afuera de su oficina, para ayudarme a tomar un taxi que me llevara a mi destino. Buen viaje sin retorno Don Enrique.

PHP Code Snippets Powered By : XYZScripts.com